Pequeño Motel | Emiliaco

08. Hacer El Amor.

Emilio Marcos.

Su fuente del delirio.

Le espera sentado en medio de esa gran cama, las sabanas blancas, un ligero aroma a la colonia amaderada que le derrite el tuétano.

Después del incidente en el restaurante hizo todo lo indicado por Emilio. Esteban le llevó a la mansión, pensó y decidió que el jacuzzi podría esperar, el rizado le demostró que puede ser salvaje y tierno, es por eso que ha decidido abrirle las puertas de su alma esta noche.

Los nervios le carcomen, Allison ha sido una de las pocas personas que conocen todas sus heridas, el miedo le impide abrirse y dejar que Emilio conozca su pasado, no quiere que alguien vuelva aprovecharse de él cuándo se muestre tan vulnerable.

El sonido de los pasos al subir las escaleras, un murmullo al pasar por la alfombra, inhala y exhala para aminorar sus emociones, intenta idear un discurso que sea claro y sin tanto rodeo.

Emilio abrió la puerta, asombrándose de verle ahí, con el miedo latente en sus ojos, la inseguridad y nerviosismo al jugar con sus dedos, cómo si fuese un preso esperando su condena.

- Es grato verte aquí, cariñito - Habló con tranquilidad, quitándose la chaqueta del traje, sujetando sus rizos y sonriendo con ternura.

- Señor Marcos, quiero hablar de algo importante - Titubeó un poco, permitió relajarse un poco cuándo vió a Emilio asentir y acercarse a él para tomar asiento a lado suyo.

Asintió en señal de que estaba convencido de lo que haría, sin dejar de ver a Emilio, desfajó la camisa rosa pastel de sus pantalones, desabrochando los botones con tranquilidad, sacándose completamente la prenda y dejándola a un lado, quedando solo con el top de encaje blanco que se había puesto solo para su Daddy.

Sabía que Emilio se estaba quemando por dentro, mordiendo con fuerza su labio inferior, que pronto empezaría a sangrar, frotando sus palmas en la tela de sus pantalones y desviando la mirada, Emilio parecía entender que sus acciones no eran para provocarle y por eso se resistía a tocarlo.

- Tenía nueve años, mis padres se conocieron en Los Ángeles y desde ese dia siempre hemos vivido ahí - Suspiró, una hiel amarga se instalaba en su garganta, se sentía seguro, toda la atención de Emilio estaba en él - Un día mi madre, mi nana Becky y yo nos encontrábamos en casa, mi padre había venido a Malibú por un viaje de negocios, era noche de películas y ya habíamos tenido bastante del humor de Jim Carrey - Una sonrisa melancólica dividió su rostro y una lágrima corrió por su mejilla - Llamaron a la puerta, con mis pies descalzos corrí a ver quién era, un hombre alto e imponente se presentó, mi madre se acercó y preguntó sobre a quién buscaba, cómo respuesta tuvimos al hombre sacando un arma y apuntando hacia mí, mi madre inmediatamente me cubrió con su cuerpo y para evitar que me disparara... Ella fue quién recibió los disparos - La lagrimas se desbordaban de sus ojos, el dolor consumiendo la fibra sensible de su cuerpo, los recuerdos quemando su alma - Desde el inicio sabíamos que los negocios de mi padre no eran del todo limpios y el asesinato de mi madre fue un ajuste de cuentas, a día hoy aún puedo sentir su sangre debajo de las palmas de mis pies, iban por los dos y ella sacrificó su vida para salvarme, la primera en saber que soy homosexual, se encargó de hablar con mi padre sobre mi orientación y que siempre sería su bebé, que mi forma de amar no cambiaba mi esencia, que no importaba si me gustaba chupar pollas.

Ambos soltaron una risa, Emilio se sentía tan pequeño, él no merecía a Joaquín, todo ese dolor almacenado por 11 largos años al fin era desenvuelto.

- Ella me enseñó a amarme, a conocer el valor de mi alma, me defendió cuándo me insultaban en el colegio, ella es el motivo de mi tatuaje, un homenaje a la mujer que me dio la vida y me enseñó a vivirla, lo tengo en el costado derecho porque ahí fue donde le dieron el primer disparo, soy yo sosteniéndola de los pies mientras ella sostiene una flor.