De lo primero que se dio cuenta fue que el guardia estaba indudablemente muerto.
Después advirtió que el público había entrado en un estado de pánico y horror y corría hacia todas las direcciones, golpeándose unos con otros mientras trataban de huir a toda costa del lugar. Los guardias también habían entrado en escena con una velocidad inigualable y hacían frente a los recién llegados, que llevaban oscuras prendas y capuchas cubriéndoles el rostro.
Lo siguiente que supo era que Luka, debido al estupor, había soltado la antorcha y esta había comenzado a prender la hoguera. En la que él seguía atrapado y esposado.
Gritó pero nadie le hizo caso, principalmente porque tenían asuntos más importantes que tratar en esos momentos. Un grupo de guardias se dispuso a proteger a la familia real y llevarlos al interior del palacio, aunque finalmente tuvieron que separarse e ir por caminos distintos.
Se removió, pero no consiguió desprenderse de las ataduras. Contempló con pavor cómo el fuego comenzaba a comer la madera bajo sus pies y cómo pronto haría lo mismo con sus magulladas piernas. Pero no podía liberarse y por más que pidiera ayuda, nadie iba a rescatarle.
Vio sangre por todas partes, decenas de cuerpos caídos, tanto de guardias reales como de vampiros masacrados. La situación era de lo más horrorosa, y sabía que estaba por ponerse aún peor si él no conseguía salir de allí. Vio flechas volar por todas partes, espadas atravesando cuerpos, gente corriendo. Una escena que hubiese deseado eliminar de su cabeza, pero lo primordial era escapar de allí cuanto antes.
Y entonces notó que las ataduras en sus muñecas se deshacían, justo antes de que el fuego llegase hasta él para consumirle. Se desprendió de ellas y se alejó del poste de un salto, cayendo de rodillas en la tarima llena de sangre. Levantó la cabeza para ver a su rescatador, pero solo advirtió una alta y delgada figura cubierta por una túnica negra. Tampoco pudo ver su rostro, pero el vampiro se acercó hacia él para levantarle del suelo y decirle una única palabra:
—Huye.
Y después se protegió del ataque de un guardia que venía hacia ellos, desenvainando una finísima y afilada espada.
Rin no se lo pensó demasiado.
No sabía muy bien hacia dónde ir, pero tampoco le importaba mucho. Trataba de evitar a cualquiera que estuviese armado y apenas podía mantenerse en pie por su débil estado. Su corazón dolía horrores y no sabía si era por el esfuerzo o por la tortura que le había ejercido Lemian todos los días con diversos materiales de plata.
Debía alejarse del palacio real. Debía escapar de allí.
Sin embargo, cuando comenzaba a alejarse del palacio, de repente vio algo que le paralizó por completo. Había alguien tumbado en el suelo, pero seguía vivo. Por sus lentos movimientos, parecía débil y forcejeaba sin éxito contra el hombre que estaba encima de él. En aquella posición, Rin era incapaz de ver la cara de ninguno de los dos. Un vampiro parecía haberle acorralado contra el suelo y este no podía zafarse de él. El vampiro abrió la boca y sus colmillos le crecieron a una velocidad rapidísima. Antes de que Rin pudiera verlo venir, clavó los colmillos en el cuello del caído.
Vio su vestimenta. Era de la familia real.
«Que no muerdan al príncipe.»
Rin sintió que una oleada de valentía nacía de él y con una energía que desconocía salió corriendo hacia el caído. No sabía por qué lo hacía, por qué quería salvar a alguien que hacía unos minutos había estado a punto de ver su muerte sin miramientos. Algo le decía que debía hacerlo. Porque el príncipe Luka había tratado de hacer lo posible para que no le ejecutaran y una corazonada le decía que debía seguir las instrucciones de aquella curiosa nota.
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NODALAK
Vampire«-¡Decídelo de una vez! -gruñó, con su filosa voz arañando y cortando el frío y rígido ambiente que se cernía sobre ambos. -¿Decidir qué? Resopló con fuerza y le miró. Sus ojos seguían siendo de una tonalidad tan rojiza que parecían rubíes. Iguales...