—¿Qué ha pasado? —preguntó Rin, confuso.
Hunter le había agarrado del brazo y le había arrastrado fuera del pabellón. Rin aún tenía en la cabeza la imagen de Yves, con los ojos rojos y mirándole con fijeza. Sabía que los Succuxus bebían sangre humana, pero él... Él no era un humano, ¿no?
Entró en una habitación después de su compañero. Hunter le tendió un pañuelo y él rápidamente cubrió su nariz sangrante.
—¿Hunter?
—Te tengo que contar el pasado de los Nyxars, no podemos seguir esperando a que recuerdes las cosas —murmuró y le miró seriamente—. Incluso si finges, no vamos a esperar a que los líderes te interroguen.
—Pero...
—Y da igual que sepas esto, pero no puedes seguir siendo un ignorante —Hunter se sentó en una silla e invitó al Nodalak a imitar su acción.
—Antes dime por qué Yves y Dyson actuaron así —pidió Rin, sin poder quitarse de la cabeza la imagen anterior.
—Porque son Succuxus, Rin —explicó rápidamente. Rin abrió la boca para contestar, pero Hunter continuó—. Su cuerpo reacciona de forma involuntaria cuando ven o huelen sangre humana. Les cuesta impedirlo.
—Pero yo no tengo sangre humana —protestó. Al ver que Hunter se quedaba callado, su tono sonó aturdido—. No la tengo, ¿verdad?
—Ahí es adónde quería llegar.
Hunter se levantó brevemente y agarró un libro de una estantería.
—Empezaré por lo básico. Hace muchísimos años, se creó un compuesto que tenía muchas semejanzas con la sangre humana y se la inyectó a un grupo marginado de la sociedad. El objetivo era crear una especie con una sangre más "fuerte", con la que desarrollaran habilidades increíbles y formar un ejército imparable. Sin embargo, de las cien personas a las que les inyectaron la nueva sangre, solamente seis sobrevivieron. Y a cada una le afectó de forma diferente.
Rin escuchaba en silencio, fascinado por aquello. Parecía un cuento de fantasía, pero era una realidad. Eso realmente había ocurrido.
—A las cuatro primeras —Hunter señaló cuatro figuras humanas dibujadas en él—la sangre nueva intercambió a la sangre humana, por lo que en su organismo solo tenían esa nueva sangre. Así nacieron el Yrenaril, el Xeralak, el Ariluxus y el Roluxus.
»Yrenaril. Ojos delatores. De los cuatro, es el más fuerte. Su habilidad es poder entrar en la mente de los demás y descubrir sus recuerdos. También pueden alterarlos, pero solo los más fuertes y experimentados son capaces de eso.
»Xeralak. Destripa-corazones. Se llama así porque puede transformar sus manos y las cuchillas más afiladas del mundo y... bueno, digamos que en el pasado sí destripaba corazones en batalla. Literalmente.
—Syla me lo mostró —dijo él, cortando la explicación brevemente—. Me mostró sus manos. Fue aterrador.
—Le encanta hacerlo —se encogió de hombros y sonrió levemente antes de continuar—. El siguiente por orden es el Ariluxus. Ojos de sangre. Su habilidad es más limitada que la de los Yrenaril. Sus ojos son siempre de un color anaranjado y el sol es dañino para ellos, por lo que solo salen de noche. Pueden matar con la mirada.
—¿Matar...? —preguntó con un hilo de voz.
—Pero tienen que mantener la mirada fija así que no es difícil escapar de ellos.
—Creo que no he conocido a ninguno. ¿Están en el clan?
—Sí, hay alguno. Pero solo salen de noche, por eso no les has visto —contestó y finalizó con el último—. Finalmente, el Roluxus. Detector de sangre. Yo soy un Roluxus.
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NODALAK
Vampire«-¡Decídelo de una vez! -gruñó, con su filosa voz arañando y cortando el frío y rígido ambiente que se cernía sobre ambos. -¿Decidir qué? Resopló con fuerza y le miró. Sus ojos seguían siendo de una tonalidad tan rojiza que parecían rubíes. Iguales...