Capítulo once.

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Narra Diane

Louis propuso salir y pasear porque, según él, las noches italianas eran muy románticas. Yo no les veía nada de especial, las noches eran iguales aquí y en Londres, pero él insistió tanto que para que dejara de darme la brasa acabé diciendo que sí.

Salimos del hotel sin que los guardaespaldas se enteraran, Louis podría meterse en líos si salía solo por la noche y drogado. Por lo que me contó, sus managers cada vez eran más estrictos con ellos y se molestaban por cualquier cosa.

Estuvimos andando por las calles menos concurridas al menos una hora y media. Me reí bastante con él, decía burradas todo el tiempo, como por ejemplo que podríamos ir a Las Vegas y casarnos mañana mismo, que él se casaría vestido de Elvis Presley y yo de Marilyn Monroe y que tendríamos once hijos y una hija, los niños formarían un equipo de fútbol y la niña sería la reina de las mariposas –todavía seguía si entender la obsesión por las mariposas-, oh, y también dijo que nos iríamos a vivir a una piña debajo del mar como Bob Esponja, y que mandaríamos a los niños a estudiar a Hogwarts.

Claramente me lo tomé todo a broma, estaba tan fumado que era imposible tomarlo en serio. Posiblemente en un par de horas, o mañana, cuando sus neuronas volvieran a funcionar correctamente, se arrepentiría de decir esas estupideces. O incluso podría no acordarse de la gran parte.

De vuelta en su hotel volvió a preguntarme si quería pasar allí la noche, prometió que no me tocaría, que sólo dormiríamos, como dos buenos amigos. Me negué. Una cosa era dar una vuelta y otra compartir la cama.

Esperó conmigo en la entrada del hotel hasta que el taxi vino a recogerme, nos dimos un abrazo y me avisó de que mañana me hablaría. Si no lo hacía ya no le serviría la excusa de tener mal apuntado mi número, lo había corregido esta mañana.

A.J. estaba despierto cuando yo llegué a casa, por lo que se tumbó conmigo en mi cama y no me dejó tranquila hasta que le expliqué todo lo que pasó. Se marcó unas risas con las bobadas que le conté de Louis y dijo que parecía un tío divertido, pero que aún así no le perdonaría lo que me hizo en el pasado. La que tenía que perdonar aquello era yo, no él, pero discutir ese tema era perder el tiempo. A.J. era muy terco.

Eran las tres de la madrugada cuando dejamos de hablar, mañana no tendríamos que madrugar tanto para ir a trabajar pero esa no era excusa para quedarnos de charla. Dejé que se quedara conmigo en cama y dormimos juntos las horas que nos quedaban.

                                                ***

Recibí un mensaje de Louis al mediodía:

“Esta mañana tuve bronca con mis guardaespaldas. Se enteraron de que salimos anoche. Ahora me tienen ‘castigado’ sin salir de los hoteles dos semanas. Aún así volvería a escaparme otra vez, la penitencia merece la pena si voy a poder estar contigo :)”

La sonrisa que apareció en mi cara era inmensa.

Tecleé una respuesta en segundos.

“Pobre Rapunzel, te tienen encerrada en la torre. ¿Eso quiere decir que hoy no nos veremos, princesa?”

Remains {Louis Tomlinson Fan Ficción} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora