Capítulo diez.

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Narra Diane

 

Llevaba varios minutos parada frente al espejo del baño, con la mirada perdida en el reflejo del cristal; pensando. La ilusión que tenía esta mañana había desaparecido, ya no me apetecía tener esa estúpida cita con él. Total ¿para qué? Malgastaría mi tiempo. Cuando se marchara de Italia seguramente no lo volvería a ver y pasar tiempo con él sería masoquismo emocional, únicamente me serviría para recordar lo que una vez fuimos y nunca volveríamos a ser.

Cuando me preguntó si quería tener la ‘cita’ que no tuvimos ayer, no me lo pensé ni dos segundos, al contrario, tuve que aguantarme las ganas de arrastrarlo hasta mi piso y encerrarnos a ambos allí por horas. Pero mi afán se desvaneció enseguida. Acabábamos de sentarnos en una de las mesas más apartadas en el interior de una cafetería cercana cuando la camarera, al acercarse para anotar nuestro pedido, lo reconoció y le pidió una foto. Louis, antes de hacer nada, me pidió permiso con una discreta mirada, seguramente pensando que me parecía mal ser interrumpidos por la chica. Yo le sonreí asintiendo ligeramente, alentándolo a hacer feliz a aquella desconocida. Al fin y al cabo, una foto no hacía daño a nadie ¿no? Hasta ahí, todo parecía ir bien. El problema vino cuando se presentó un grupo de fans en la puerta del local, chillando y empujándose unas a otras por entrar. Al parecer la imbécil de la camarera le había contado a alguien que él estaba aquí, menuda forma de agradecer el detalle de la foto. Louis supo cómo actuar rápido y, tras una llamada y unas palabras con el dueño de la cafetería, salimos por la puerta de atrás. Un coche con los cristales tintados esperaba por nosotros en la calle vacía. Louis me pidió perdón por lo ocurrido varias veces mientras me llevaban de vuelta al edificio principal de la revista, intenté hacerle creer que no pasaba nada, que todo estaba bien, pese a que no era así.

Cada día que pasaba se hacía más famoso, la intimad brillaba por su escasez y si ya antes lo teníamos complicado para vernos sin tener cámaras detrás, ahora eso se multiplicaría por mil. Yo no estaba preparada para eso.

Por esa razón dudé entre quedarme en casa o no cuando A.J. me avisó de que el taxi que me llevaría al hotel de Louis ya estaba esperándome abajo.

                                                  ***

“Ten cuidado, no me fío de él. Si te hizo daño una vez puede hacerlo una segunda” el aviso de A.J. todavía se reproducía en mi cabeza con su peculiar tono preocupado. Creo que él estaba más inquieto por todo el tema de Louis que yo. Agradecía que se preocupara por mí, siempre lo hacía pero, en ciertas ocasiones, su inseguridad acrecentaba la mía.

Pagué al taxista una vez me dejó en la puerta del hotel. Fuera me esperaba el mismo guardaespaldas que me escoltó hasta el camerino de Louis dos días atrás.

Me acerqué a él, dejó salir una sonrisa cortés y me hizo seguirlo hasta dentro. En completo silencio, caminé a su lado hasta el ascensor, pulsó el botón de la antepenúltima planta y las puertas se cerraron.

-Siento haberte dado el golpe con la puerta el otro día, no era mi intención.

Levanté la cara para verlo. Se me ocurrían dos contestaciones para darle. La primera era cagarme en su estampa y maldecirlo a él y a sus venideras generaciones por casi destrozarme la cara con la puerta. La segunda era darle las gracias, porque debido al golpe pude ver como Louis se bajaba de su nube de orgullo y se portaba decentemente conmigo.

Remains {Louis Tomlinson Fan Ficción} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora