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Rubius

Llevo una maldita semana aquí, ahora mismo no se que está pasando en Karmaland, Vegetta no me ha dicho nada y estoy preocupado por el porque no me ha llamado en dos días y tampoco contesta mis mensajes. Temo por el. Me siento tan solo aquí, no se como Vegetta tuvo el corazón para abandonarme así, de no ser porque lo amo tanto no lo perdonaría, además el me ha perdonado cosas peores. He pasado encerrado en esta puta habitación de hotel y no me he tomado la molestia de conocer nada ni a nadie de este pueblo. Pero no puedo seguir encerrado, la tristeza que siento me consume por dentro y no aguanto más, me siento un idiota porque no se como volver a mi hogar.

No pienso seguir encerrado, así que cojo la llave de la habitación, mi móvil y mi billetera. El sol me da directo a la cara, he pasado como un puto vampiro, ni siquiera he abierto las cortinas de la habitación en la que duermo porque no tolero estar un día sin Vegetta. Camino por el pueblo, la gente me ve raro y no los culpo porque no me conocen. No me apetece hacer nada, solo quiero perderme, pero a mi cabeza llega la voz de regaño de Vegetta diciéndome que no haga nada imprudente.

Un bar al final de una calle me ilumina, se que si me pongo  borracho en un pueblo que no conozco algo malo voy a hacer o algo malo me puede pasar, de todos modos entro al bar y pido una cerveza, el cantinero también me mira extraño, al ver cómo destapa la cerveza, el recuerdo de Willy drogándome viene a mi memoria, en ese momento empiezo a salir del bar y el cantinero se molesta porque le he hecho abrir una cerveza en vano.

—Bébasela!—digo antes de dejar el dinero de la cerveza en la mesa y salir.

Continuó mi caminata sin rumbo por el pueblo, muchas cosas pasan por mi mente, el abandono de Vegetta, el hecho de que Willy haya abusado de mi y mi mala suerte de que estoy solo. Siento que me observan, así que levanto la mirada y no puedo creer lo que veo, parpadeo un par de veces porque no se si es real la persona que está frente a mí, mi mirada y la de él se cruzan y también se queda atónito.

—Auron?!—digo sorprendido.

—Eh... hola Rubius—responde nervioso

—Con que terminaste aquí—digo mientras me acerco a él.

—Ya, creí que este era el pueblo más lejano a Karmaland pero ya veo que no—responde Auron.

—Acaso no te alegras de verme?—pregunto bromeando.

—Hombre si, te echaba de menos rata noruega—sonríe—Pero fuera de coña, tu qué haces aquí?

—Hmmm...—suspiro—Larga historia.

—Pues tengo todo el tiempo del mundo—responde—Quieres contarme?

—Vale... después de todo eres la única persona que conozco aquí—respondo afligido—Donde vives?

—No muy lejos—responde Auron—Vamos, te enseñaré mi casa.

Ayudo a Auron a cargar unas bolsas que lleva en las manos, camino junto a él mientras bromeamos, aunque no estoy con ánimos para nada, me alegra ver una cara familiar, el humor de Auron está intacto. Después de caminar un poco llegamos a una casa que se ve muy bonita por fuera, es grande.

—Vives aquí solo?—intentó ocultar mi tono de sorpresa

—Sí—responde contento—No solo me quería alejar de Karmaland, sino de todo en general.

—Bueno, tendrás que contarme más a detalle—siempre quise saber por qué se fue sin ningún aviso.

El me invita a pasar y pese a que confío en Auron, siento miedo de estar a solas con una persona que no sea Vegetta, creo que la maldad de Willy me volvió inseguro.

Yo fui el primero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora