La realidad.

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Jungkook despertó ese día y lo primero que hizo fue aromatizar todo el hogar con los nuevos ambientador de lo cuales se había obsesionado hace seis meses. El olor le parecía agradable y no podía dejar de llenar el espacio con eso. Cualquiera podía pensar que estaba loco y quizás así era, estaba loco por que todo oliera bien.

Hizo el desayuno para dos como siempre y limpió todo antes de empezar a comer. Luego se dispuso a realizar algunos pendientes que tenia de la Universidad, hace días que no había entregado nada y pensó seria buena idea para empezar a ser más responsable. 

Al rededor de dos hora estuvo sentado intentando terminar lo más importarte, lo demás lo haría luego ya que las ganas se le habían ido.

Caminando por la casa recordó que no había visto a Jimin desde que se había levantado por eso se dirigió directamente hacia al baño y allí lo encontró tirado en el suelo.

—Cariño ¿Qué haces ahí? te ensuciaras la ropa —últimamente el chico se la pasaba ahí leyendo algún libro o probando productos para el rostro. Se convirtió en su lugar favorito según él —Ven, tienes que comer para después darte un baño.

No recibió respuesta por parte del rubio pero no le tomó importancia y lo levantó como si fuera una pluma para sacarlo de allí y llevarlo a la cocina para que desayunara lo que él había preparado con antelación.

Después de darle la comida en la boca a Jimin como si de un niño se tratase y reír en el proceso lo acompañó al baño para darse un baño juntos.

Hacían esto cada dos días, Jungkook disfrutaba sentir su piel con la suya en el reducido espacio de la bañera.

Metió a Jimin primero y después se despojo de su ropa para hacer lo mismo. Jimin estaba con los ojos cerrados, no los abría en ningún momento. A Jungkook no le sorprendía pues siempre era así, se había vuelto algo común.

Realizó los mismos pasos de siempre para después vaciar la bañera mientras el rubio aún estaba dentro. Él por su parte salió y se vistió, luego buscó en la caja que estaba detrás de la puerta las cremas y lociones que le aplicaría al cuerpo de su amado.

Una a una fue sacando lo que nunca podía faltar y lo escurrió por toda la piel de su novio sin dejar un espacio. Eran varias cosas a decir verdad pero era necesario para que el rubio siempre mantuviera su linda piel igual de tersa y suave como la primera vez que lo había conocido.

Después dejó que todo se secara para dirigirse juntos hacia la habitación para vestirlo. Si, algo así como un muñeco. Ya terminado, todo volvía a la rutina.

Se despidió de él y fue a la Universidad, aunque algo malo estuviese ocurriendo no podía dejar de ir, Jimin lo mataría. 

Jungkook siempre había amado ese apoyo que le trasmitía el chico cuando de los estudios se trataba. Siempre había luchado para que todo le saliera bien y para que nunca faltara a clases así se tratara de una materia insignificante.

Había una razón para eso, claro.

Jimin estaba estudiando cuando sus padre murieron, luego de eso cayó en un gran depresión al punto de querer quitarse la vida pero de alguna manera u otra consiguió superarlo y seguir adelante por muy duro que que camino fuera. En medio de su recuperación fue cuando decidió que era tiempo de empezar a salir con alguien y por eso habló con él aquella vez en la tienda de batidos.  

A pesar que en ese mismo tiempo ya se había hecho un poco más fuerte y había aceptado la muerte de sus progenitores, nunca retomó la carrera. Sus días se basaban en estar con Jungkook, quien era un gran pilar para él, y conocer varias partes de Seúl que nunca había visitado. Por eso y por otra razón era que casi no salia pues ya lo había visto todo.

Jungkook conocía todo su historia y siempre decía él se encargaría de estudiar por los dos, que no se preocupara por nada más.

(...)

Al final del día pasó por la farmacia, donde estaba pensando cambiar de local porque cada vez que iba lo miraban extraño, y compró lo mismo de siempre, ni una cosa más ni una menos, al terminar caminó directo a su hogar donde Jimin lo esperaba acostado en el sillón.

Al caer la noche besó los fríos labios de Jimin diciéndole cuanto lo amaba y que nunca dejaría de hacerlo.

La  luz de la luna se colaba por una de las ventanas, y al parecer su objetivo era iluminar el rostro del lindo rubio que yacía con los ojos cerrados como si nada importara. Eso le permitió a admirarlo claramente por un par de minutos y sin darse cuenta un mar de lagrimas se derramaron por su rostro.

La dura realidad lo había golpeado. 

Porque en medio de la oscuridad, sumergido en sus más profundos pensamientos, no podía escapar de la realidad.












So Cold |KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora