Lo siento.

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Se encontraba cocinando mientras Jimin se encargaba de las plantas. Doggie había dejado de llorar, no hubo necesidad de llevarlo al veterinario o algo parecido, lo que sea que haya estado causando su desgarrador llanto lo había abandonado en la noche.

Despertó y ya no había ruido, solo el de él y Jimin en la cama, sus respiraciones se complementaban. Había extrañado tanto la calma.

Después de mucho tiempo, pudo conciliar el sueño, el descanso se notaba en su rostro. Las imágenes perturbadoras que su mente le mostraba noche tras noche habían desaparecido. No obstante, no podía confiarse, a veces regresaban como un fuerte golpe. Pero eso no era lo importante ahora, olvidaría todo eso para disfrutar de la compañía de su adorado novio.

Con una sonrisa en el rostro continuó con su labor, estaba preparado el almuerzo favorito de Jimin, al finalizar de comer planeaba invitarlo a salir. Si bien el chico no era amante de eso por su ya conocida enfermedad, no era impedimento para ingeniárselas y sacarlo de la casa sin ningún tipo de riesgos.

Un olor a quemado llegó a sus fosas nasales, salió de sus pensamientos y observó como el arroz se tornaba negro. Tomó un poco de agua y se la arrojó, no entendió Jimin no se percató de eso, el espacio entre la cocina y el jardín estaba a escasos metros. Respiró hondo y colocó a cocinar más arroz.

Tiempo después ya todo estaba listo y se veía delicioso. Puso lo necesario en la mesa, deteniéndose en cada detalle. Siempre era asi, tan dedicado cuando de Jimin se trataba. Una sonrisa tonta se planto en su rostro, estaba jodidamente enamorado y no podía estar más feliz por eso.

—Cariño, la comida está lista —anunció empezando a servir en cada plato lo correspondiente.

Sin embargo, no recibió más respuesta que el silencio.

—Amor —volvió a llamar sin recibir respuesta.

Decidido a tener ese romántico almuerzo fue en su búsqueda. Salió del espacio de la cocina hacia el jardín trasero. Al llegar notó que las planta estaban intactas, como si nadie se hubo encargado de ellas en mucho tiempo. Un poco confuso entró de nuevo y buscó por el lugar.

Una parte de su mente estaba despertando y hacia un lió en su cabeza. 

Sin más caminó hasta la habitación.

—Debe estar ahí —repetía para creérselo.

Llegó a esta y estaba muy desordenada, era extraño. Una sensación que no podía explicar se plantó en su pecho. Su respiración se empezó a agitar. No entendía, se suponía que todo había vuelto como antes.

Cerró los ojos por un momento, llegando hasta lo más profundo de sus pensamientos para luego abrirlos y sonreír.

Está jugando a las escondías, por eso no lo encuentro, pensó.

Antes de que pudiera dar un paso más el timbre del hogar sonó resonando en todo el lugar. No tenia intensiones de abrir y ver de quien se trataba, pero la persona detrás de la puerta parecía no querer irse. 

A paso acelerado llegó hasta la entrada, no quería hacer a Jimin esperar. Al abrir se encontró con la persona que menos quería ver y lo peor de todo, lo que hizo sus nervios temblar y su corazón pararse: no venia solo.

—Jungkook —pronunció grave y sombrío.

Sus ojos no podían creer lo que estaban viendo. Tragó grueso.

—¿Qué quieres? —escupió molesto.

—De verdad lo siento —poco a poco sus sentidos se iban agudizando o tal vez despertando y sin saber cómo, una sensación de tristeza lo invadió. En la lejanía escuchó el llanto del animal, era como una radio que se repetía y repetía sin cesar. Taehyung lo miraba con lastima —Espero que puedas perdonarme. 

So Cold |KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora