VII

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Traté de re compomnerme limpiando me las lágrimas de mi rostro, guardé la carta de Jorge dónde estaba y tome las gotas de mi padre.

Llegué al comedor y le di las gotas sin mirarlo, no podía decirle nada, me mordí el labio de desesperación, tomé asiento y comencé a comer.

—Ana ¿Te encuentras bien? — Mi padre cuestionó, quería gritarle, quería decirle ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué no traía a Jorge de regreso?!

—Si, estoy bien, un poco cansada.— Menti...

—¿No haz dormido bien? — Me miró de reojo.

—Es solo que ayer no lo hice muy bien, eso es todo.— Mentiras, todo era una maldita mentira ¿Dónde está mi caballero?

Alguien tocó la puerta, el caballero que simulaba vigilarme tal vez.

—Disculpe su alteza, debo llevar a la princesa Ana a su clase con el general Steven.— Por primera vez después de años, agradecí que él interrumpiera.

Mi padre bufó un poco exasperando pero a quien engañaba, solo pasaba este tiempo conmigo por compromiso, según él siempre había cosas importantes y graves que hacer; jamás me casaría con un hombre tan, tan importante no tendría tiempo para mí, divage.

—Si, puedes retirarte Ana.— La voz de mi padre me saco de mis pensamientos tontos.

—Gracias padre, buena comida.— Salí del comedor hacía el patio.

—Marcus.— Dije en voz baja.— ¿Sabes si mandaron hombres a Geolis? — Cuestione.

—No lo sé Ana.— ¡Ahhh! ¡Te odio nunca sabes nada!

—Mmm pues averígualo, es una orden.— Se quedó parado como el "tontocus" que es y yo salí al patio exasperada.

—Hola general.— Saludé amistosa, ver al general Steven me recordaba a mi caballero.

—Princesa, ¿Lista? — Se acercó a mí.

—Siempre.— Sonreí, ¿Debería preguntarle sobre Jorge?

Me ayudó a subir en Dominic y me explicaba las maniobras que debía aplicar para hacerlo saltar, trabajamos en eso un buen rato porque tenía un ligero miedo a caer lo que hacía que Dominic se rehusara a saltar los postes de madera, después de lograrlo me baje de Dominic y le pregunté al general si podía llevarlo a beber agua, él me dijo que si y me acompaño.

Dominic bebía muchísima agua, sacó la cabeza del bebedero y estornudó lo que hice que me empapará toda, comencé a reír estruendosamente.

—Te ríes como tu madre.— Dijo el general Steven acercándose con una tela para secarme el rostro.

—¿C-conociste a mi madre? — Tragué saliva, nunca lo hubiera imaginado.

—Por supuesto princesa, yo era su caballero guardián.— Sonrió un poco triste, supongo que la extraña...

—¿Cómo era ella? — Me senté sobre una banca y él me siguió, yo solo la conocía por unos pocos retratos de ella con mi padre.

—Ella era...— Suspiró.— Era magnífica, usted me recuerda a ella, audaz, valiente, testaruda algunas veces, pero inteligente, sin mencionar lo bonita que era, como usted, tiene sus grandes ojos y esa sonrisa es idéntica.— Sonrió pero era una sonrisa triste.

—Me hubiera gustado conocerla también.— Suspiré.

—Ella está en usted princesa.— Se miró los pies.

—¿Acaso la extrañas? — No pude evitar preguntar.

—Oh p-por supuesto, ella era mi reina, q-quiero decir, nuestra reina, todos la extrañamos, princesa. —Se aclaró la garganta, mmm sin duda se puso nervioso...— Bueno princesa, termino la clase ¿Desea que la acompañe al palacio? — Evadió, algo aquí andaba mal.

My Lady.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora