XXV Parte final.

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Después de toda la felicidad que mi cuerpo sentía llegó la hora de asistir al funeral... antes de salir de mis viejos aposentos que miré con demasiada nostalgia, me senté en el suelo en posición de flor de loto, respiré tan profundamente que me relajé al instante, debía dejar ir mis emociones, la tristeza por mi padre.

Escenas vinieron a mí, la primera vez que le dije a Steven papá y el me reprendió, cuando me enseñó a montar a caballo, fu bastante gracioso puesto que lo llene de lodo, alguna vez me escondí de él, pero lo lamente tanto porque está sumamente asustados buscándome con Moulin, estaba tan molesto por estar asustado que me castigo... él me amaba como lo hago yo.

—La muerte, parte de la vida es Jorge.— Abrí los ojos y el gran maestro Moulin estaba parado en la puerta.

—Lo sé maestro, ahora lo entiendo.— Sonreí.

—Me alegra saber que te haz recuperado.— Señaló mis vendajes limpios.

—Así es maestro, ya me dirigía hacía el funeral.— Me levanté del suelo.

—Una noticia para ti tengo.— Sonrió y me sorprendí.

—¿Que es maestro? — Me pise de oie y caminé hacía él.

—A maestro haz sido ascendido.— Abrí y los ojos y mi boca, no sabía que decir.

—Maestro- ¿Por qué? No es posible.— Estaba bastante conmocionado, en verdad no creía que esto estuviera sucediendome.

—Posible es. Haz demostrado durante todo este tiempo ser un leal caballero, digno capitán y un maravilloso general que hace lo que debe, si, seguro estoy que decepción como maestro no serás, Steven desacuerdo estaba.— Levanté la cabeza y miré a Moulin con orgullo...

—Es un honor gran maestro.— Sentí un nudo en la garganta.

—Steven sonriendo está.— Sonrió y salió de la habitación esperando a que yo asimilará todo.

—Lo sé maestro, lo sé.— Salí de la habitación y caminamos hacía el funeral.

El funeral daría lugar en la playa, y debía ser conciso y rápido, el cuerpo debía irse así como el sol al mismo tiempo.

Todos estaban ahí, los soldados otros viejos maestros, Ana, el rey Bail, hacían un circulo y en medio se encontraba el cuerpo de Steven, se veía tan sereno y tranquilo, su cuerpo estaba sobre una base de madera alta para que cualquiera presente pudiera apreciarlo, tenía puestas sus tunicas limpias, botas pulidas y cabello perfectamente peinado.

Miré a Ana y la tomé de la mano, ella me sonrió con nostalgia y miramos al frente.

—Aquí, la vida termina de nuestro querido Steven... gran general, maestro y padre.— El maestro que hacía la ceremonia me miró.— Pero, sabemos que en estos momentos debemos reír y no llorar, porque la muerte es parte de la vida y nuestro querido amigo solo a ascendido a una forma de vida más fuerte y poderosa que vivirá por el resto de los días.— Todos asintieron y el maestro encendió la antorcha.

Se murmuraba, todos decías sus palabras en voz baja antes de proseguir, era un enjambres de vives y sollozos.

—Me reuniré contigo padre.— Miré a Ana que tenía la cabeza agachada murmurando.— Pero no todavía.— Sonreí y una lágrima cayó por mi mejilla, era de felicidad.

El maestro de la ceremonia colocó la antorcha en la madera y comenzó a prenderse de manera uniforme, una vez que era una llama alta, se empujó con mi ayuda y la de otros soldados hacía el mar, la marea cautelosa pero fuerte llevó el cuerpo hacía el inicio o final del mar, contrastado con hermoso atardecer, el cielo aún tenía destellos azules, azul marino, el mar se veía negro un manto negro que se ondeaba, más arriba el cielo era naranja casi rojo, al igual que las llamas que cada vez eran más pequeñas, los últimos rayos de sol caliente caían en nuestros rostros haciendo brillar algunas lágrimas de algunos rostros, incluyendo el de Ana.

My Lady.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora