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Merodeaba por el pueblo, resignado a vivir aquí el resto de mis días, sucio de sangre y polvo. Jamás volvería a ser el mismo.

Aunque todo estaba relativamente tranquilo, el sol era fuerte pero no quemaba, el aire era cálido y tranquilo así que no había polvo volando por ahí.

—¡General! — Jules, debido a los cambios, asendí a Jules a capitán me emocionó tanto.

—¿Que sucede Jules? — Me detuve.

—Una carta para usted general.— Se paró firme con un saludo en su sien y me entregó el sobre.

—Gracias, capitán Jules.— Sonreí y el se despidió.

Era una carta de Corstum, mi corazón se aceleró, e-es el rey.

General Jorge.

Me complace informarle que le es consedido su regreso, he revisado y la guerra ha cesado, se les permitirá volver. General.

He sabido de un nuevo camino, es un tanto peligroso... pero más rápido, me gustaría que llegará aquí para el cumpleaños de Ana, sé que le gustará, sería una buena sorpresa de mi parte y de la suya.

El camino es en los rápidos de Geolis.

El rey.

Mis ojos se abrieron tanto, fue... ¿Volver? ¿Volver a ver a Ana? ¡Oh Dios mío! Y-o... justo cuando creí que volvería en una maldita caja o vuelto cenizas, bueno la posibilidad seguía ahí.

Me apresuré a ver a mis hombres y ellos esperaban mi siguiente orden, era cierto, los ataques se habían detenido... ¿Debía volver?

—¡Empaquen todo! ¡Volvemos a Corstum! — Suspiré, todos se levantaron con una emoción creciente.

Comenzamos a empacar nuestras pocas posesiones, ropa y algunos artículos personales que nos habían mantenido cuerdos aquí.

Nos despedimos de la gente de Geolis, agradeciendo que nos hayan brindando está ayuda y viceversa.

Jules y yo iríamos en una barcaza drásticamente reducida por el camino de los "rápidos" el resto del pelotón iría en el trayecto normal, tardando un mes en llegar... no sabía que tan seguro era el camino pero si me aseguraba que llegaría en una semana exactamente, para ver a Ana, lo tomaría.

Al llegar al agua, entendí el peligro de tomar este camino. El agua era increíblemente violenta, el sonido de ella golpeando las rocas de la orilla era ensordecedor.

—Puedes irte con el resto.— Miré a Jules, no quería que algo malo le sucediera por mi prisa de llegar.

—Estoy bien General, iré con usted.— Asentí y nos montamos en el pequeño barco.

Tomé el timón y Jules aseguraba que todo estuviese en su lujar, también el asta. Debíamos cruzar un estrecho arroyo, el agua corría con furia de ahí el nombre. ¡Sería toda una odisea! Jules y yo nos sujetamos a lo que se podía en la pequeña barcaza, el agua nos golpeaba con furia, rápidamente nos empapamos. Maniobre más de una vez cada minuto para evitar que golpearamos con las rocas, no podía arruinar el transporte.

Casi chocabamos con una gran roca negra en medio del estrecho arroyo, creí que sería el fin y debía esperar un gran mes, pero me arme de valor.

—¡Protégete Jules! — Rápidamente se metió dentro de la barcaza.

Apreté los puños al rededor de el timón y lo giré con rapidez hacía la derecha y justo antes de estamparme contra la orilla opuesta, giré de nuevo hacía la izquierda, apenas tocamos la roca.

My Lady.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora