Capítulo 2: Testamento

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A las siete de la tarde, bajé en pijama a la cocina para buscar un vaso de jugo. Me había quedado en pijama el resto del día, ya que la ropa para el trabajo era bastante incomoda y no tendría que salir a ningún lado.

La mansión Roche habían sido construida por orden de mi bisabuelo hacia casi ciento veinte años. Claro que con el tiempo había sido remodelada y redecorada, pero seguía manteniendo la esencia inicial del estilo clásico. Había candelabros de lágrimas en cada habitación, muebles de roble y todas las paredes variaban entre color blanco, crema y marfil.

La cocina se veía tan lujosa como otras partes de la casa, todos los muebles eran hechos a la medida, de un color marfil y con algunos detalles en color dorado.

Mientras me empinaba el vaso de jugo de naranja, oí que alguien abrió la puerta.

—Te iba a ir a buscar. Tu abuelo dice que vayas a la sala —me informó Rosie.

—Entendido.

Terminé de tomar lo que me quedaba en el vaso y volví a verter un poco más de jugo. Luego guarde el jarrón en el refrigerador y salí de la cocina en dirección a la sala.

Cuando llegué a mi destino, devolví lo que tenía en la boca al vaso y me quedé mirando a todos los presentes algo incomoda.

—Lindo pijama, Ally.

Katherine Roche, el ser más detestable que conocía debía ser parte de mi familia y no sólo eso, era todo lo que yo no era y debía ser.

Katherine era una chica de un metro setenta y ocho, con cabellera rubia y unos ojos color miel con un toque de verde. Era como ver a un ángel de Victoria's Secret, solo que sin las brillantes alas.

Su hermana mayor, Jocelyn, era como su sombra. Era atractiva también, pero le faltaba cerebro y eso la hacía ver como inferior, además de que media un metro cincuenta y cinco y eso la hacía literalmente inferior.

Por otro lado, estaban mis dos hermanos menores. Los dos eran castaños oscuros, como yo, de ojos cafés oscuro y bastante altos. Max, el mayor, tenía una barba bastante varonil y un cuerpo bien trabajado. En cuanto a Dave, él se veía más juvenil, era más escuálido y tenía la piel tersa como el trasero de un bebé.

Por último, estaba Mía. Ella era la menor de todas, pero la que más inspiraba temor. Tenía el cabello castaño muy oscuro, casi negro y unos ojos celestes tan claros que intimidaban cuando te miraba directamente.

Yo, siendo la mayor, no inspiraba la mitad de la autoridad que lo hacían ellos cinco. Era la que se veía menos sería de todas, con mi cabello teñido estilo californiana, mi tamaño promedio y poca seriedad... bueno, no parecía una mujer de veintiséis años que algún día no tan lejano debería convertirse en la presidenta de cosméticos Athena.

El abuelo, quién estaba sentado en uno de los sofás blancos, habló:

—Tomen asiento, todos.

Todos nos sentamos en un lugar de la sala y le pusimos atención.

—Estuve pensando esto con mucha delicadeza y creo que la decisión que he tomado es la correcta —su mirada se posó en mí, lo que me asustó un poco—. Como saben, Allison sería la dueña de la empresa, la mansión y la casa de verano cuando yo me muera.

Las expresiones de desagrado y desconformidad de todos era la misma que ponían siempre que se hablaba del tema.

—Pero ya no.

Las expresiones de todos fueron memorables. Incluso yo estaba en un estado de shock.

—¿Qué? —pregunté.

¿Matrimonio? [Compromisos #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora