Capítulo 22: El Regalo

1.5K 175 9
                                    

Allison

Miraba mi reloj una y otra vez, mientras movía mi pierna bajo la mesa del escritorio, nerviosa. ¿Qué demonios había pasado con Alex?

Mi falso novio llevaba media hora de retraso, algo poco común en él, y lo único que yo quería era irme de la maldita oficina.

Ya todo el lugar se estaba vaciando, apenas quedaban unos cuantos idiotas que creían que quedándose hasta tarde lograrían que yo pensara bien de ellos y con eso, un ascenso.

Luego de diez minutos más, Alex abrió la puerta de mi oficina, entrando con la respiración acelerada y algo de sudor en su rostro.

—Hola... disculpa... el retraso.

—Cuarenta minutos... Es incluso mucho para mí.

Me levanté del asiento y tomé mi bolso, demostrando mi molestia, para salir.

Sentí a Alex seguirme en silencio. Lo único que se escuchaba eran su respiración y sus pasos.

—¿A dónde vamos? —preguntó, cuando subimos al ascensor.

—¿Por qué no primero me dices que hacías a esta hora para demorarte tanto? No me digas que fue el subterráneo porque no te creeré.

—Estaba muy cansado y me quedé dormido —respondió—. Fue un día agotador en la escuela.

—Ah...

La respuesta no me había dejado muy tranquila. ¿Quedarse dormido? El jamás se había quedado dormido en todo el tiempo en que lo conocía, era demasiado correcto para eso. ¿Me estaba mintiendo?

—Ahora, ¿a dónde vamos?

—Sorpresa —respondí con seriedad.

En ese momento se abrió el ascensor, ambos bajamos y caminamos con tranquilidad hasta llegar afuera, donde estaba mi auto.

El encargado de estacionar los autos de la empresa me entregó las llaves y nos subimos para emprender el viaje.

El trayecto fue silencioso, pero, por alguna razón, Alex sonreía.

Cuando nos deteníamos en una luz roja, lo miraba de reojo. Todas las veces que lo ví estuvo apoyado contra la puerta, mirando por la ventana con una sonrisa boba.

«¿Qué demonios pasa con este imbécil?».

Cuando llegamos frente a un gran edificio blanco, detuve el vehículo.

—¿Qué es este lugar?

—Uno de los edificios de mi madre.

Alex me miró con los ojos muy abiertos, supuse que sabía lo que significaba.

—No quiero otro departamento —dijo rápidamente.

—Habíamos quedado en que lo tendrías.

—Pero ya no lo quiero... lo que dije iba en broma. S-solo estaba probando que estabas dispuesta a darme por este estúpido trato.

—Lo que yo dije no era broma.

Alex no parecía nada feliz ahora, pero no me importaba lo que él pensara, ni si hacia algún berrinche como un niño de cinco años, me haría caso y punto.

—Escúchame —le pedí—. Tu actual departamento es horrible y ya que estas aburrido del chófer... Esta magnífica oferta viene con un auto incluido.

—No —dijo con horror—. No quiero un auto. No te lo pedí.

—Me dijiste que sabías manejar.

—Pero eso no significa que quiera un auto.

¿Matrimonio? [Compromisos #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora