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Félix sacaba las galletas del horno, mientras Han comía las chispas de chocolate que no se habían usado en la mezcla.

—¿Y cómo ha estado el profesor Bang? —preguntó, viendo a su mejor amigo mientras colocaba las galletas en un plato extendido.

—No lo llames así. Dile Christopher, pero no digas "profesor". Es incómodo.

—¿Entonces qué es? ¿Tu novio? —preguntó frunciendo el ceño, dejando a un lado el plato con las chispas.

—Si no quieres que hablemos de él, no me preguntes, por favor. No quiero discutir contigo.

Se acercó al refrigerador para sacar el envase de leche y, al mismo tiempo, tomar dos vasos.

—Lo siento, pero aún sabes que no estoy de acuerdo con que salgas con nuestro profesor de Historia —respondió mientras tomaba una galleta y la dejaba caer al sentirla todavía muy caliente—. ¡Mierda! Me quemé.

—A ver, muéstrame —le decía Félix mientras tomaba un trapo húmedo. Tomó con cuidado la mano de su mejor amigo y comenzó a tocar suavemente la piel irritada—. Mis galletas se enfadaron contigo por hablarme así.

—Si tus galletas supieran lo que pasa, también se enfadarían contigo.

Se miraron a los ojos. A Jisung siempre le habían gustado los ojos de Félix: eran unos ojos muy bonitos que, cuando estaban serios, parecían grandes, como si quisieran comerte y sacarte el más oscuro secreto que guardabas en el alma. Pero cuando sonreía, se hacían pequeños, unos ojitos diminutos que te llenaban de alegría en cualquier momento.

—¿Te vas a comer mis galletas? —la pregunta era simple, pero había movido algo dentro de su mejor amigo.

Como aquella vez que se habían acostado hace tres años, justo cuando comenzaban a descubrir su sexualidad.

—Sí pienso comer, pero primero necesito que me digas de qué color te quieres teñir el cabello —le dijo mientras se soltaba de las manos de su amigo y salía de la cocina rumbo a su habitación.

Félix rió suave, tomó el plato de galletas, guardó la leche y subió con su amigo a la habitación.

Y así pasaron el resto de la tarde, hasta el anochecer. Jisung había decidido pintarse el cabello de rubio, mientras Félix regresaba al castaño.

—Mañana podrías acompañarme al súper. Mi mamá me pidió unas cosas y solo tú me puedes ayudar —preguntaba el ahora rubio mientras llevaba otra galleta a su boca.

—¿Por qué no le preguntas a Minho?

—Quiero pasar tiempo contigo, y él ha estado muy ocupado con varios casos en el bufete de su padre. Así que no quiero interrumpirlo en estos momentos.

Una película de comedia y mascarillas de animales fue con lo que decidieron terminar la noche. Hablaban de la escuela y, al mismo tiempo, se burlaban de los clichés que pasaban en la película de amor.

—¿Cómo puede ser posible que ella siga aferrada a ese tipo? ¡Es un patán! —decía Jisung.

—A veces uno no se da cuenta de que está en una relación tóxica hasta que sale de ahí —respondió Félix mientras se retiraba la mascarilla de oso panda.

—De todas formas, siempre hay cosas que hasta alguien súper enamorado nota. Nadie debería decirte con quién hablar y con quién no, mucho menos mentirte u ocultarte cosas.

Félix sintió esas palabras como una pedrada en la cabeza. No le gustaba la idea de ocultarse estando con Christopher, menos ahora que comenzaba a tener sentimientos por él. Sentimientos que no quería, pero que de todos modos se habían enterrado en lo más profundo de sí mismo.

TEACHER'S PET (CHANLIX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora