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El ahora castaño se encontraba parado frente a la puerta de su casa.

Miró hacia atrás y vio a su mejor amigo darle una señal para que entrara. Sonrió levemente y abrió la puerta. Al instante, el delicioso aroma a espagueti inundó sus fosas nasales. Caminó directo a la cocina, donde encontró a sus dos padres cocinando juntos.

Fue su padre quien notó primero su presencia. Le sonrió cálidamente y se acercó para abrazarlo con fuerza.

—Mi sangre no corre por tus venas, y no sabes cuánto lamento eso... —le susurró—. Pero para mí, siempre serás mi hijo, desde el momento en que me abrazaste por primera vez y me dijiste "papá".

Su madre, al escuchar aquellas palabras, comenzó a llorar. Ambos hombres extendieron los brazos para abrazarla también. Félix se dejó envolver por ese abrazo, como si pudiera fundirse entre sus brazos y olvidar el mundo por un momento. En ese calor familiar, se sintió amado, completo... y a la vez, profundamente culpable por ocultar una parte de sí mismo.

—Bueno, es momento de terminar de cocinar —dijo su madre, secándose las lágrimas con una sonrisa—. Félix, ven con hambre. Jisung me dijo que no habían comido nada, así que tu padre y yo preparamos tu comida favorita.

Terminaron de cocinar juntos, entre bromas y fideos. El ambiente era ligero, casi curativo.

Tras la cena, Félix se ofreció a lavar los platos y su madre decidió acompañarlo.

Mientras él tallaba los platos, ella enjuagaba con cuidado, hasta que su voz rompió el silencio.

—Me he dado cuenta de algo en ti, cariño —Félix levantó la vista hacia ella, y ella cerró la llave del grifo antes de continuar—. Sonríes cuando miras el teléfono, llegas más tarde de lo usual, y tienes un brillo especial en los ojos. Me recuerda a mí cuando conocí a tu padre.

—¿En serio?

—En serio —afirmó con dulzura—. Él me hacía sentir en las nubes, pero también tenía miedo. Miedo de que me rechazara por ser madre soltera... Y ahora veo ese mismo miedo en tus ojos. Veo ilusión y amor, pero también temor.

Félix sintió un nudo en la garganta. No podía mentirle a su madre. Lo que decía era verdad: el amor que sentía por Christopher crecía cada día... pero también el miedo. Miedo de que en cualquier momento lo dejara. De no ser suficiente. De no ser correspondido.

—Si te sientes inseguro en lo que estás viviendo, tal vez no es para ti —continuó su madre, rodeándolo con sus brazos—. Cariño, yo no cargué nueve meses con este corazón latiendo dentro de mí solo para verlo romperse en manos ajenas.  Y aunque sé que los padres debemos dejar a nuestros hijos hacer su vida... no quiero que tú pases por lo que yo pasé, mi amor, Mereces un amor que no te esconda... que no te haga sentir como si fueras un secreto vergonzoso.

Cuando terminaron de lavar los platos, Félix subió a su habitación. Se recostó en la cama y observó el techo decorado con pequeñas estrellas brillantes. Nada especial, pero le reconfortaba.

Revisó su celular. Eran apenas las ocho de la noche. Un mensaje de Jisung aparecía en sus notificaciones:

Bae: ¿Cómo te fue con tus padres? Hasta afuera olía el delicioso spaghetti de tu mamá.
Lix: Todo está bien, hablé con ella y me hizo sentir bien.
Bae: Me alegra que estés mejor. De ahora en adelante todo mejorará y volverá a la normalidad 🥰

Félix se quedó mirando la pantalla. Ese último mensaje le resultó extraño... y entonces lo recordó: para Jisung, él ya había terminado con su profesor.

TEACHER'S PET (CHANLIX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora