-20-

857 121 30
                                        

Aunque todo parecía tranquilo, su mente no lo estaba.

Se detuvo un momento, con los dedos apoyados sobre el borde de la silla. Desde hace semanas había algo distinto en Christopher. Estaba más distraído, más ausente. Y aunque aún tenía gestos dulces como dejarle una nota o traerle flores... algo no encajaba del todo.

Acomodó un cojín en el sofá y respiró hondo, llevándose una mano al pecho. No quería pensar demasiado. No quería ser paranoico. Hoy era un día para estar juntos. Habían cocinado, reído, y después de hablar de la última junta del colegio donde trabajaba Christopher, se pusieron a ver una película.

—Shrek, ¿en serio? —había dicho Jeongin entre risas.

—Es cine de culto —respondió el mayor, alzando la ceja con una sonrisa divertida, mientras se dejaba caer a su lado en el sofá.

Ahora estaban acurrucados, viendo la película por enésima vez, pero Jeongin no podía dejar de mirar a su esposo.

—Oye, Chris... —dijo en voz baja, haciendo que el otro despegara los ojos de la pantalla para mirarlo.

—¿Mm?

—Dentro de dos semanas Erik cumplirá un año desde que llegó a nuestras vidas —empezó, con una sonrisa suave—. Y me gustaría hacer algo especial. No solo un pastel. Algo que de verdad conmemore ese día.

Christopher pausó la película con el control remoto y se giró hacia él. Quedaron frente a frente.

—Podríamos hacer una comida ese día. Invitar a nuestros amigos. A los que nos ayudaron en el proceso de adopción. A los que estuvieron ahí cuando casi perdíamos la esperanza —propuso el mayor, con los ojos encendidos por una calidez que hacía tiempo Jeongin no veía tan claramente.

Ambos miraron al pequeño Erik, dormido plácidamente en su portabebé, con un puño cerrado contra su mejilla y los labios entreabiertos.

Un suspiro escapó de Jeongin al observarlo. Verlo dormir lo llenaba de una paz difícil de explicar. Pero también de miedo. Miedo de que todo esto fuera tan frágil como a veces sentía.

Cuando volvió a mirar a Christopher, lo sorprendió con una expresión serena, casi enamorada, dirigida hacia su hijo.

Y entonces no pudo evitarlo.

—Te amo, Chris —dijo, apenas un susurro, pero cargado de tanto.

Christopher lo miró. Algo en su interior hizo clic.

Esa voz. Esa mirada. Esa sonrisa que había aprendido a leer desde que se conocieron. Jeongin, con sus ojos pequeños, sus mejillas cálidas y esas arruguitas nuevas que lo hacían lucir aún más hermoso.

Se inclinó hacia él, con ternura. Sus dedos acariciaron la mejilla suave de su esposo, y sus labios se encontraron en un beso que no era apasionado, ni apresurado.

Era un beso tranquilo, lleno de cosas que no se habían dicho en mucho tiempo.

Era un beso de redescubrimiento.

Cuando se separaron, Christopher lo sostuvo por la nuca con cariño.

—Te amo, Jeongin —respondió.

Y en ese instante supo lo que tenía que hacer.

Ya no podía seguir mintiendo. Ya no podía seguir huyendo.

Tenía algo que terminar.



****


La habitación estaba en penumbra, apenas iluminada por la tenue luz del celular que sostenía Minho entre las manos. El brillo de la pantalla iluminaba su rostro, serio, enfocado, casi frío.

TEACHER'S PET (CHANLIX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora