Capítulo 3.

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Dejé de pensar en él y seguí colocando los últimos libros. Terminé y llevé el carrito vacío hacia mi escritorio, dejándolo a un lado y sentándome. Bufé por el cansancio y comencé a escribir en el ordenador sobre los libros que han llegado a la biblioteca, qué libros se han alquilado y vendido, etc...

Las horas pasaban y no veía la hora de salida. He estado toda la tarde con los ojos pegados al ordenador y atendiendo a los clientes. Curiosamente no he visto a Scott por ningún lado. Creo que se tomó enserio eso de dejarme.

Vi a Stella acercarse con su bolso y chaqueta en mano. Me miró con el ceño fruncido y habló.

-¿Acaso no te vas a ir?- preguntó de mala gana. Miré el reloj y me dí cuenta que ya era hora.

-Si, si. Ahora mismo- contesté comenzando a apagar el ordenador y cogiendo mis cosas.

-¿Pensando en mi hermano?- preguntó acusadoramente.

-No, ¿d-debería?- me puse nerviosa ante su penetrante mirada.

-Que sepas que no eres su tipo- dijo. Tragué saliva.

-No hace falta que me lo digas, no estaba pensando en él- le dije intentando mantener la compostura.

-Ya...Bueno, yo sólo te advierto- me informó antes de darse la vuelta y caminar hacia la puerta-Venga sal-

Cogí mi abrigo y mi bolso para así ir a la puerta, pero antes, habiendo apagado las luces y poner la alarma.

Salí y ella cerró la puerta con llave asegurándose que no estuviera abierta, bajó la persiana de metal y también la cerró con llave, junto con un candado. Ni siquiera nos despedimos y cada una se fue por su camino.

Caminé hacia la parada de autobús y esperé unos seis minutos a que llegara el vehículo. Lo divisé a lo lejos y levanté la mano para que parara. Subí, antes pagué y me senté en un sitio junto a la ventana. El trayecto duró unos 15 minutos y finalmente llegué a mi destino. Bajé, caminé hacia mi portal y abrí la puerta de metal, subí a mi número de apartamento y por fin entré a mi hogar.

Solté un suspiro de alivio recargando mi espalda en la puerta blanca. Tiré el bolso junto con el abrigo al sofá y me quité las converse negras. Me dirigí a la cocina para hacerme un sándwich de ensalada con jamón dulce y tomate, comiéndolo allí mismo.

Apagué las luces y fui hacia mi habitación donde me quité toda la ropa y rápidamente me puse el pijama, pero antes habiendo cerrado las persianas y quitarme las gafas, finalmente me tiré a la cama. Estaba tan cansada que ni siquiera me dió tiempo de soñar con Sco...Ejém, nada. Mejor duermo...

¿Creer o no creer?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora