Capítulo 2.

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-¿Cómo te llamas?- Preguntó sacándome de mis pensamientos. Todavía aturdida le miré y me puse nerviosa.

-Em...Br-Brooke- tartamudeé. Dios-¿Y tú?- pregunté de vuelta.

-Penelope- contestó con cara de "voy enserio".

Yo le fulminé con la mirada, haciéndole entender que no hacía gracia. Tan penetrante le resultó que tosió y quitó esa sonrisa que estaba comenzando a florecerle.

-Scott- respondió ahora sincero.

Asentí sin saber que más decir. Las manos me estaban comenzando a sudar, cuando escuchamos pasos acercarse y una cabellera dorada asomarse por el marco de la puerta.

-¿Qué tanto haces Br...- No acabó la frase cuando dirigió la mirada hacia su hermano, qué raro es decirlo. - ¿Pero tú qué haces todavía aquí? Hace un buen rato te mandé a que me llevaras esos libros de allí- señaló una pila- Te llamé para que no te aburrieras en casa y me ayudaras, no para entablar una amistad con esa- le soltó el sermón mientras me miraba mal.

-Primero; te llamé yo, y no para ayudarte sinó para conseguir un trabajo. Segundo; puedo ser amigo de quien quiera- quedé perpleja. Enfrentar a Stella es como enfrentar al diablo.

-Lo que digas, si quieres conservar este empleo comienza a trabajar ya, ¿no te parece? Y tú también Brooke- nos informó sin quitar esa mirada de víbora de mi.

Scott gruñó y se retiró junto con la pila de libros, antes de salir por la puerta me dirigió una media sonrisa y eso provocó que me sonrojara ligeramente.

Continué con mi búsqueda y finalmente encontré la editorial. Salí, fui al escritorio de Stella y dejé cuidadosamente los montones de libros y revistas sobre la madera.

Volví de nuevo a mi trabajo anterior en el pasillo de medicina, y ordené todos los libros del carrito por orden alfabético. Toda la biblioteca estaba en un silencio sepulcral, con estudiantes y ancianos concentrados en su lectura. Hasta que siento un ligero aire en mi oreja que me hace pegar un gritito y dejar caer los últimos libros que me quedaban. Todas las personas que habían me hicieron callar, y yo apenada me tapé la boca.

Me giré y unos ojos miel/verdosos me estaban observando con una mirada divertida. Yo por lo contrario, lo observé molesta.

-Esto es una biblioteca, no un parque de juegos- le aclaré mirándolo mal.

-Lo sé, pero las cosas aquí se vuelven muy aburridas- contestó como un niño pequeño.

-No es mi problema que te aburras. Déjame hacer mi trabajo- le dije impaciente.

-¿Eres así de repelente con todo el mundo que quiere hablarte?- dijo. Allí me tocó lo que no tenía que tocar. Mi corazón.

-Ese no es tu problema, ahora vete por favor- dije sintiendo pequeñas punzadas en mis ojos al recordar mi infancia.

Scott me miró algo confundido por seguramente mis ojos rojos y mi cara pensativa.

-Oye, si te he ofendido no era mi intenció, ni mucho menos- aclaró intentando acercarse.

Yo por instinto me alejé y mi respiración comenzó a ser irregular por los tantos recuerdos que me invadieron la mente.

-N-No te preocupes...- le dije saliendo de mi mente e intentando regularizar mi respiración.

-¿Seguro estás bien?- Asentí -De acuerdo- dijo. Se acercó aún más y cogió los libros que estaban en el suelo. Me los tendió y yo los cogí.

-Gracias- le agradecí.

-No me las des- contestó con una pequeña sonrisa. A mi lo único que me pudo salir fue una mueca que creo lo asustó. Se dió la vuelta y desapareció por el pasillo.

Raramente quería que se quedara un poco más...Agité levemente mi cabeza, alejando todos esos pensamientos que a lo único que me llevarían sería a un sentimiento erróneo...









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Gracias por leer.



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