Capítulo 6.

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En un tiempo récord acabé de ordenar todos los pedidos. Stella se sorprendería y se comería todas sus palabras. Bostecé y con una sonrisa triunfal miré la hora en el reloj de mi muñeca, sólo faltaban 10 minutos para salir y la biblioteca estaba totalmente vacía. Me levanté, me estiré y cogí entre mis manos la pila de hojas, las llevaría al escritorio de Stella.

Mi estatura no ayudaba y la pila tampoco, intentaba ver el camino por ambos lados de los papeles pero no conseguí llegar a mi destino cuando alguien se interpuso en mi camino.

Obviamente Scott. Siempre apareciendo en todos sitios. Un grito se quedó en mi garganta cuando la mitad de la pila casi se cae al suelo, todo mi trabajo casi se va al garete. Volví a respirar con tranquilidad cuando no llegaron a tocar el suelo, él los había cogido al vuelo, aunque arrugados. Dirigí mi mirada a él y esos ojos tan característicos me miraron con diversión. Estaba tan cerca que nuestras respiraciones se mezclaban, comencé a respirar con irregularidad otra vez. Mis gafas estaban en el puente de mi nariz, apunto de resbalarse. Él con dificultad consiguió subirlas hasta el nivel de mis ojos. La sangre se concentró en mis mejillas y rápidamente me aparté. Él sonrió y sin decir nada giró sobre si mismo para comenzar a caminar. Desde mi posición visualicé que dejó los papeles en la mesa de su hermana.

Yo desperté y también me encaminé hacia allí. Dejé los papeles y me giré hacia él.

-E-eh...cerraré ahora. Puedes ir saliendo- le informé aclarando mi mi voz temblorosa.

-De acuerdo- dijo mirándome fijamente.

Rápidamente me giré y me dirigí de nuevo a mi mesa. Apagué el ordenador y cogí todas mis cosas. En ese momento Scott salió y yo puse la alarma, apagué las luces y salí fuera. Recordé que Stella no había aparecido en toda la tarde prácticamente, raramente faltaba al trabajo.

Cerré todo y acostumbrada a irme sin despedirme de nadie olvidé la presencia del australiano.

-¿No te despides de mi?-giré sobre mis talones y apenada le contesté.

-Lo siento, no estoy acostumbrada- hice una mueca de disgusto.

-No pasa nada. ¿Te vas sola o...alguien te espera?- preguntó mientras metía las manos en sus bolsillos.

-Em...voy sola- contesté sin llegar entender la pregunta. Él sonrió sin ninguna razón y prosiguió.

-¿Le permitiría a este apuesto caballero llevarla a su humilde morada?- propuso extendiendo la mano y inclinándose ligeramente hacia mi. Yo reí levemente y sin saber qué hacer sólo asentí. Él siguió con esa postura y regañándome internamente acepté su mano, no creí que fuera enserio con ese gesto. Lo había visto mil veces en películas pero ahora que me pasa a mi no supe qué hacer.

Me guió al aparcamiento que había detrás de la biblioteca y nos acercamos a un coche negro, con la marca"Audi" . Sin poder evitarlo abrí ligeramente la boca, es mi marca preferida, siempre soñé con tener uno de estos. Scott me miró de reojo y prosiguió a abrir la puerta del copiloto, susurré un gracias. Rodeó el coche y subió al asiento del piloto, encendió el vehículo y automáticamente mi corazón se relajó con el sonido del motor.

-¿Dónde vives?- preguntó Scott sacándome de mis pensamientos.

-Victoria Street- respondí. Él asintió y comenzó a retroceder para después salir del aparcamiento y adrentarse en la oscura carretera.

El silencio en el coche me hizo mirar por la ventanilla, las casas y edificios pasaban delante de mis ojos sin prisa y eso hizo que me relajara más de lo debido. Intentaba mantener mis ojos abiertos mirando los detalles y materiales que lleva el vehículo pero aún así mis párpados pesaban demasiado. Sin Stella en el trabajo se hace difícil hacer todo a la vez, Scott sirve de ayuda pero es nuevo y hace cosas mínimas.

No me quería dormir, me moriría de vergüenza si saliva saliera de mi boca. Mejor no hubiera aceptado su petición, ha sido un error, no lo conozco lo suficiente y ahora estoy en su coche, por la noche. Me maldigo mentalmente pero ya estoy dormida...










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Gracias por leer.

¿Creer o no creer?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora