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La pelinegra miró su teléfono móvil con pesar por tercera vez consecutiva

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La pelinegra miró su teléfono móvil con pesar por tercera vez consecutiva.

Tendría que aceptar que no iba a responder a sus mensajes por mucho que insistiera

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Tendría que aceptar que no iba a responder a sus mensajes por mucho que insistiera.

¿De verdad tan mal lo había hecho?

Dejó el teléfono a un lado y encendió la cafetera mientras comenzaba a sacar las tazas con delicadeza.

—Gracias una vez más por dejarme trabajar aquí, Nemuri—sonrió.

La de ojos azules negó con la cabeza restándole importancia.

—No te preocupes, cielo. Es un placer poder ayudar a una de mis antiguas alumnas—dijo observándola—Tú anímate, no te presiones.

Momo también había perdido su antiguo trabajo en la empresa de su padre, así que tuvo que buscar otro cuanto antes.

Le agradecería eternamente a su antigua profesora por su ayuda.

—Lo haré lo mejor que pueda ¡Me esforzaré!—sonrió la pelinegra de oreja a oreja.

Nemuri sonrió al verla. Le agradaba poder ayudar a uno de sus antiguas alumnas.

Además su alumna favorita.

—Perfecto, pues entonces te dejo al resto de clientes. He de ir a la parte de atrás a hacer unas cuentas—sonrió.

—Claro, estaré atenta.

La pelinegra atendió a los diferentes clientes hasta que la campanilla sonó dejándola de piedra.

Eran Jirou y Ashido.

El destino le había dado una oportunidad.

Era la única manera de que la pelimorada no la evitara vía mensaje.

—¡Kyouka!—gritó desde el mostrador.

La chica la miró fijamente entre abriendo los labios y sin dejar a la contraria hacer ningún movimiento se marchó corriendo.

Le entró pánico.

Momo intentó seguirla, pero fue en vano. No podía salir del local mientras trabajaba.

—Lo siento YaoMomo, intentaré hablar con ella—le dijo la pelirosa con una leve sonrisa—Seguramente tuviera prisa...

—No importa—sonrió forzadamente—Un placer verte, Ashido. He de volver al trabajo.

—¿Has conseguido un trabajo aquí?

—Así es, gracias a Nemuri.

Estuvo hablando un poco con la pelirosa, hasta que tuvo que volver para atender a un cliente.

Esa misma noche volvió a casa y no pudo evitar derrumbarse en el sofá.

Jirou había huido de ella como si fuera algún tipo de enfermedad.

—¿Momo? ¿Qué ha ocurrido?—preguntó el bicolor preocupado—¿Te ha ido mal el trabajo?

—Ella me odia, Shoto—susurró—O peor, a lo mejor le doy incluso asco.

Los ojos de la más alta estaban cubiertos de lágrimas.

El chico la abrazó con todas sus fuerzas.

—¿Qué ha pasado?

—Entró al local y al verme se marchó corriendo, ni siquiera se dignó a mirarme por más de dos segundos—dijo con la voz entrecortada.

—Mírame.

Yaoyorozu se separó de sus brazos y le miró.

—Deberías dejarlo—dijo con dureza. Ser delicado nunca había sido su punto fuerte.

—¿Cómo?

—Te estás esforzando demasiado, la llamas, le envías mensajes...Incluso la buscaste, pero ella...¿Qué ha hecho?—preguntó—Deberías tomarte un descanso, no te hace bien. Ella no te hace bien.

—¿Me estás diciendo que me rinda?

—Te estoy diciendo que no merece la pena—suspiró—Te deja por una estupidez y se va. No me gusta cómo se está comportando.

—Shoto, no deberías...

—¡Sabes que tengo razón!

Yaoyorozu le miró con sorpresa ante su repentina elevación de voz y seguidamente agachó la mirada.

—Lo siento...—se disculpó—Es que odio verte así, no me gusta que sufras.

Momo negó con la cabeza restándole importancia.

Tendría que ir asimilando que no iban a volver a estar juntas.

—Pero la sigo queriendo ¿Qué hago?—preguntó mirándole con los ojos cristalizados.

—No lo sé...—susurró—Supongo que el amor es complicado...

—¿Me abrazas otra vez?

—Claro.

Él le dedicó una sonrisa en modo de apoyo y la rodeó con sus brazos.

La pelinegra cerró los ojos con fuerza.

Tal vez era hora de rendirse.

Tal vez era hora de rendirse

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Ruptura | MomoJirouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora