˜"*°• 𝓢ó𝓵𝓸 𝓾𝓷𝓪 𝓶𝓸𝓻𝓭𝓲𝓭𝓪.. 𝓐𝓤 •°*"˜ //Shadonic\\

Capítulo 2.

Le era sumamente extraño mirar personas ahí, pero al mismo tiempo le daba curiosidad.

Mordió su dedo, evitando sus colmillos, para evitar acercarse y generar un gran escándalo. Le era sumamente tentador hacerlo, pero sabía que se metería en muchos problemas, tanto con ellos como con su hermano.

Su hermano..

Jadeó sorprendido al recordar que había prometido llegar antes del anochecer y el sol ya se estaba poniendo, ya casi era hora de que estuviera en su casa.

Maldijo el haberse pasado y rápidamente comenzó su 'huida', intentado ser lo más cuidadoso posible para que no le escucharan y dirigirse hasta su hogar en la oscuridad.

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—¿Cuánto más estaremos aquí? Llevamos todo el día buscando y no hemos encontrado más que ramitas y hojas rotas —se quejó el equidna, sentándose en el pasto, cansado.

—Esta vez concuerdo con Knuckles..—apoyó la eriza rosada, imitando la acción del rojizo.

Shadow suspiró y rodó los ojos divertido ante el comportamiento de su equipo. 

—Está bien, está bien, vayamos a descansar —cedió el de orbes rubíes.

Se levantaron y comenzaron a juntar sus cosas, recogiendo alguna que otra pista, como pedazos de tela, que habían encontrado y guardándolas en sus mochilas, listos para irse.

Miró una vez más el pequeño lugar. Tal vez volviera solo.

Cruzaron de nuevo, subiendo de uno a uno y con cuidado de no resbalar por alguna piedra fuera de lugar. 

Una vez del otro lado, se despidieron y cada uno se dirigió a su casa.

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Algo molestaba al azabache. Habían pasado dos días desde la primera y última vez que habían ido a las cascadas, pero sentía esa pequeña espina en su mente que le decía que volviera.

Había dejado escapar algo que seguramente le ayudaría a descubrir que estaba pasando, esa sacudida en las hojas..

Vió su reloj y este marcaba las dos de la mañana exactas.

Suspiró y, a sabiendas de que no podría dormir, se levantó y fue directo a su armario. Se cambió la pijama por ropa más optima y cómoda para salir, se colocó una sudadera. Hacía frío fuera.

Salió de su casa con tranquilidad, caminando con las manos en sus bolsillos mientras se dirigía a la gran barda que habían levantado para aislar aquel maravilloso paraíso natural.

Saltó la barda como ya antes lo había hecho y pisó el suave pastizal.

Caminó un poco para llegar a la cascada, pero sus orejitas se alzaron al escuchar un par de voces ahí, en el lago. Se escondió detrás de un árbol para escuchar y ver.

—¿Aquí es dónde te has venido a meter durante todo este tiempo? —preguntó un erizo plateado con un peinado extravagante mirando el lugar.

—Te dije que era bonito, pero lo es más de día —respondió un erizo de un azul eléctrico, parado junto al primero con una pequeña sonrisa.

—¿Qué voy a hacer contigo? —preguntó divertido el albino, revolviendo las púas del cobalto — Bueno, pero procura ya no llegar tarde, como antier.

—Está bien.

—¿Vas a quedarte? —preguntó el oji-miel y el cobalto asintió— Tengo algunas cosas que hacer, cuídate mucho por favor.

—No te preocupes Silver, estaré bien —sonrió el azulado.

—Bien.. No llegues tarde —terminó el albino para después caminar hacia el bosque y perderse ahí.

Shadow parpadeó algo confundido, no recordaba haber visto a esos erizos en el pueblo nunca antes.

—Al menos no me castigó —suspiró el oji-esmeralda, sentándose a la orilla del lago aprovechando que aún era de noche. Claro, esta vez no podría quedarse hasta que sol saliera o estaría en problemas.

Shadow dudó. ¿Debería acercarse? 

Se veía tan tranquilo ahí, solamente mirando el agua mientras abrazaba sus  rodillas en su pecho.

Suspiró y decidió acercarse, tal vez él sabía algo de lo que sucedía allí.

Pisó una rama y esta se rompió, alertando de su presencia al cobalto, el cual inmediatamente dirigió su vista a él.

Sus miradas chocaron, encontrando un hermoso tono rubí y uno esmeralda en los ojos contrarios, quedándose así por unos segundos, hasta que el azabache reaccionó.

—Ehm, hola —saludó al erizo frente a él, el cual hizo ademán de sonreír, pero arrepintiéndose al momento.

—Hola —saludó de regreso el cobalto, algo tímido.

—Tú.. ¿Eres de por aquí?

—E-eh.. Algo así.. —rió nervioso el azulado mientras el azabache se acercaba.

—No te había visto antes por aquí..

—D-digamos que vivo algo lejos, pero suelo venir aquí.. —se defendió el oji-esmeralda, ligeramente intimidado por la mirada que el de orbes rubíes posaba sobre él.

Sacudió leve la cabeza al pensar en aquello; un vástago intimidado por un humano. Vaya lógica.

—¿Enserio? ¿Por dónde vives? —siguió preguntando el azabache, terminando por sentarse cerca del cobalto.

—A-ah.. Por allá —señaló un lugar inespecífico, solo queriendo desviar un poco la atención de ese tema.

Para su suerte, funcionó.

Estuvieron hablando por un rato, terminando por agradarse el uno al otro, había algo que les llamaba la atención. Tal vez su procedencia o simplemente su forma de vida.

Claro que el oji-esmeralda tuvo que mentir en más de una ocasión, pero no le daba mucha importancia.

—Interesante —murmuró el oji-rubí después de una respuesta dada por el cobalto a sus preguntas, notando los pequeños, pero visibles, rayos de luz que se asomaban por las copas de los árboles.

El de menor estatura también notó aquello, terminando por levantarse del pasto. El azabache lo imitó y se sacudió un poco la ropa. 

—Supongo que ya te irás, ¿Cierto? —preguntó el oji-rubí y el contrario asintió, con una ligera mueca apenada por tener que irse— Hasta luego entonces. Fue un gusto conocerte.

El bicolor extendió su mano contrario, en forma de despedida. El cobalto la miró por unos segundos para después aceptarla y estrecharla.

—Lo mismo digo —sonrió, recordando un pequeño detalle—. Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?

—Shadow. Me llamo Shadow.

—Bueno Shadow, espero volver a verte pronto —comentó el oji-esmeralda, soltando la mano del azabache para comenzar su camino hasta su hogar.

—¡Espera! —llamó el vetado, haciéndolo detenerse y girarse ligeramente a verlo— ¿Cómo te llamas tú?

—¡Descúbrelo! —rió el cobalto antes de desaparecer de la vista del azabache, perdiéndose en el espeso bosque.