La oscuridad y el silencio eran la única compañía que tenía en aquella habitación, corrompida por la humedad y los recuerdos. Desde la última vez que había estado allí, se había deteriorado con notoriedad y sentía el suficiente asco como para quedarse en una esquina por el resto del día o hasta que se dignaran a enviar a alguien a limpiar.
Podía identificar incluso algunas de sus pertenencias que había olvidado o dejado ahí en medio de su huída. Renunciando a su dignidad en ese momento, se acercó hasta una de ellas, que se encontraba en el suelo, cerca de una ventana, y la tomó entre sus manos.
No pudo evitar que sus labios se curvaran levemente. Pasó la yema de su dedo pulgar por sobre la pequeña piedra azul que yacía en la cadena para limpiarla, todo el polvo que tenía encima le restaba brillo y se miraba opaca, algo que nunca le gustó a su madre.
Dignandose a tragarse su asco, se sentó en el suelo, cerca de una de las pocas ventanas que habían en el cuarto y trató de limpiar la piedra con un pedazo de su capa que había arrancado. Pasados unos minutos, dio por concluida su labor al ver que no podría sacar los años de deterioro en tan sólo unos minutos y sin material.
—Al menos, no es tan malo como la última vez.. —suspiró colocando el collar alrededor de su cuello y pasándolo debajo de su ropa, para resguardarlo de algún percance u olvido que pudiese sufrir ahí.
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Fue despertado bruscamente a la media noche.
Se había acostumbrado tal vez demasiado al horario que el ónix y sus compañeros tenían y ahora, tendría que volver a acostumbrarse a vivir de noche.
Le sacaron de la habitación un par de vástagos, casi por la fuerza pese a que él no oponía resistencia alguna, y caminaron por varios pasillos que, tal vez en algún momento, había recorrido pero que ahora no recordaba del todo.
Varios pasillos pasaron y en otros tantos dieron vuelta, si tuviera que memorizar el camino, daría por hecho que no podría, las tantas vueltas le habían revuelto y con trabajo podría decir de dónde venían.
Se detuvieron frente a una gran puerta. Suponía que era algo así como una clase de sala de adoración a alguna cosa —o incluso a él mismo— que Scourge tenía. No le sorprendería que fuera cualquiera de las dos opciones.
Y, como si lo hubiera predicho, el verdoso estaba ahí dentro.
—Hoy es un día especial —comenzó a hablar en cuanto los vástagos lo soltaron—, ¿Sabes por qué?
—No —respondió con sinceridad, realmente no lo sabía.
—Hoy hay luna llena. Se comenzarán con los preparativos cuanto antes.
El cobalto frunció el ceño, confundido con las palabras del contrario.
—¿Qué preparativos? —cuestionó, dudando de si realmente quería saber la respuesta.
—Me alegra que preguntes —le regaló una sonrisa que, sin mentir, le dio un escalofrío—. Terminaremos de una vez lo que empezamos.
Se le escapó un jadeo de sorpresa e instintivamente llevó su mano izquierda hasta su cuello, donde se encontraba la marca, ya vieja, de una mordida, en específico, un par de colmillos.
—Pero..
—Pero nada, así no me sirves —interrumpió con algo de desdén—. Y ahora que estás aquí, harás lo que yo diga —el verdoso se acercó hasta el menor, tomándolo bruscamente del cuello y empujándolo contra la pared—, ¿Has entendido?
El azulado asintió rápidamente, temeroso y sintiendo cómo la presión ejercida se hacía más grande para después desaparecer, igual de rápido que como había llegado.
Ni siquiera tuvo tiempo de que su cerebro le ordenara a sus piernas colocarse de pie cuando ya había caído al suelo.
Le miró desde abajo, al él estar en el piso y el contrario de pie. Tal parecía ser que su paz se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos. Aunque, bueno, ¿Qué era lo que podía esperar estando allí dentro?
—Pero hasta entonces..
El par de vástagos que le habían llevado se acercaron y le sujetaron, levantándolo del suelo. No pudo evitar que un inminente miedo se apoderara de él en cuanto la única luz, que provenía de la gran puerta abierta, se extinguió.
Pudo ver los zafiros pertenecientes al verdoso acercarse lentamente, queriendo seguramente hacerlo temer más. Lo único que no sabía, es que con su sola presencia lograba su cometido.
—Sujétenlo bien —ordenó aquella voz que en más de una de sus pesadillas había aparecido.
Quería gritar, patalear y demás, pero no podía. La única señal de pánico que su cuerpo emitió, fue su respiración agitada y sus pequeños intentos de soltarse.
Podía sentir el aliento del vampiro contra su cuello, aumentando sus nervios. Súbitamente, también sintió la lengua del de orbes zafiro pasearse por ahí.
Su miedo —¿Podía seguir llamándose así?— fue más que su sensatez y trató de apartar de un empujón al mayor, lo cual, no le gustó para nada.
Sin tener el menor ápice de gentileza, clavó sus colmillos en el cuello del cerúleo.
El aludido soltó un gemido de dolor al momento de la mordida y volvió a intentar apartarle de encima suyo, sin embargo sus fuerzas eran drenadas poco a poco, dejándole a merced del verdoso.
Por un momento creyó ver aquella llamada luz blanca, pensó de verdad que moriría ahí, de esa manera.
Tal vez, era lo que tenía merecido por ser un cobarde.
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˜"*°• 𝓢ó𝓵𝓸 𝓾𝓷𝓪 𝓶𝓸𝓻𝓭𝓲𝓭𝓪.. 𝓐𝓤 •°*"˜ //Shadonic\\
Fiksi PenggemarMöbius ha cambiado mucho. El, ahora, más poblado pueblo lo demostraba. Shadow y su equipo trabajan bajo las órdenes directas de la reina, protegiendo el pueblo y sus habitantes. Un peligro que acecha en la oscuridad pondrá a prueba su resistencia y...