Capítulo 23. Revelación

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Los tres toques en la puerta me despertaron. Salí de la cama y me dispuse a abrir para ver quién era, aunque en el fondo ya lo sabía.

Giré la perilla y el rostro que me recibió definitivamente no fue el que esperaba.

—Buenos días, Alteza —saludó Kostas—. Usted tiene algo que me pertenece.

Me quedé inmersa en su cicatriz un momento.

—¿Qué? —actué confundida—. Perdón, no sé de qué me está hablando.

—Claro que lo sabe, princesa. Es un libro. —Me asusté por un momento—. «Conexión entre sueños».

Sentí cómo el corazón me subió a la garganta. ¿Cómo sabía, entre los tantos libros que tenía, que ese era el que le faltaba?

—De verdad, capitán —suspiré—, no lo sé. ¿Lo está buscando?

Esperaba que mi pregunta desviara el tema, o que alguien llegara a interrumpir aquel encuentro. Gracias a los cuatro mares, escuché que alguien se aproximaba.

—Sé que lo...

—¿Todo bien por aquí? —Ulises interrumpió a Kostas y sentí que una tormenta se calmó en mi interior.

El capitán se giró con el guardia, así que no desperdicié la oportunidad y cerré la puerta.

Respiré aliviada. Por poco me descubría, y solo los dioses saben el regaño que me hubiera dado Kostas por haberle robado un libro. Se lo iba a devolver, pero todavía quería leer un poco más de su contenido.

Aquea. Los reinos zodiacales IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora