Capítulo 17. Escorpio

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Salimos de la habitación junto con Athena y seguimos a mi padre por el pasillo.

Después de asegurarse de que el ejército había apagado el incendio, nos llevó a la sala de juntas.

Oh, y yo adoraba la sala de juntas. En las reuniones con los consejeros y los gobernantes de Estado tenía que fingir ser el heredero perfecto, y eso... me enfermaba.

El pasillo se me estaba haciendo eterno hasta que divisé una figura a lo lejos. No tardé ni un segundo en reconocer de quién se trataba.

—¡¿Son ciertos los rumores?!

Y ese grito solo me confirmó que definitivamente era ella.

Athena me miró extrañada, pero yo ni siquiera pude responderle.

—¡Si de verdad son ciertos, les juro que...!

—Arlin, por favor, baja la voz —reclamó mi padre cuando nos paramos frente a la chica.

Mi hermana.

Ella se giró hacia mí y juro que su mirada me habría matado si hubiera podido.

—¡No tienes cabeza, o qué! —exclamó—. ¡Por el amor a la guerra, Cohen! ¿Sabías que se me rompió un par de zapatos por buscarte durante un día entero?

Aquea. Los reinos zodiacales IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora