Segundo encuentro

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Luo Binghe se encontraba manteniendo a raya a todo aquel demonio que se atreviera a retar su fuerza, últimamente su vida se había reducido a eso. Luchar para tener el acceso total e indiscutible al Santo Mausoleo, no había otra meta para él, todo lo que poseía: fuerza, energía, vitalidad; unidas e inútiles ante su único deseo.

Tras la sanguinaria batalla el protagonista se encontraba cansado, más de espíritu que de cuerpo. Su primer pensamiento fue ir a donde su maestro. A pesar de que el mayor Shen no le escucha ni respondía, el simple hecho de ver y sentir su cuerpo generaba en él cierta calma morbosa que duraba unos minutos antes de que la energía arrasadora de Xin Mo se apoderará de sus sentidos, ahogándolo en furia y devastación.

A pesar de que Luo nunca lo comentó a nadie, el medio demonio odiaba esa parte de sí que no pertenecía a la misma especie que su adorado Shizun. Despreciaba profundamente su ser, él mismo se generaba repulsión. Si tan solo todo él fuera humano no tendría que haber pasado por aquella pesadilla, ser despreciado por la persona que, pensó, alguna vez le quiso ¿Qué clase de monstruo era para no merecer amor ni misericordia del mayor que alguna vez le dio palabras de aliento, diciendo que no importaba la raza sino las intenciones? Binghe cerró los ojos y se llevó la mano a su frente, la marca carmesí brillaba intensa, podía sentirla resplandecer como respuesta a tanta energía diabólica fluyendo, la espada que portaba sacudiéndose en su funda, como si la sangre anteriormente vertida sobre ella no hubiese sido suficiente. Debía hacer una visita a Sha Hualing urgente, la Luna llena ya se veía en el cielo nocturno, sus intenciones claras hasta que una cinta blanca con patrones de nubes irrumpió en su pensamiento.

Un cultivador de rostro como jade blanco, sentado en una habitación meticulosamente ordenada, concentrado en tocar una bella citara ¿Por qué le venía esta imagen a la mente? No le importaba mucho, de repente cambió de planes, haría una visita a este extraño. Abrió un portal a ese lugar de ensueño, si este charlatán resultaba tener noticias de su Shizun debía saberlas cuanto antes, de no ser así, pagaría el precio con su energía, fuera como fuera no sería una visita en vano. Empuñó a Xin Mo realizando un corte rápido ante el vacío y una grieta en el espacio se hizo presente.

 Empuñó a Xin Mo realizando un corte rápido ante el vacío y una grieta en el espacio se hizo presente

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Pasaban de las 9 en Gusu Lan, Luo Binghe apareció en aquel recinto de madera con olor a sándalo. Ante él, una cama donde yacía un hombre que más parecía la estatua de un Dios tallada en piedra preciosa. Un porte perfecto incluso al dormir, las manos cruzadas en su pecho y las túnicas blancas daban un aire de muerte a su alrededor, como si Luo estuviese presenciando un cadáver. Algo dentro de su estómago se revolvió. Un rostro tan bello y un porte tan fino. Pronto, no pudo soportar ver a alguien que le recordara el estado lamentable en el que se encontraba su Shizun, así que se acercó a la cama, contemplándolo un segundo antes de que el otro abriera los ojos, como si una estatua cobrara vida.

— He venido a ver tu avance — dijo Luo sacudiendo lejos los pensamientos que se arremolinaban en su cabeza.

Lan Zhan no dijo nada, su rostro inexpresivo como si una criatura demoniaca no acabara de irrumpir en su alcoba a mitad de la noche. Se incorporó con cuidado, sentándose a orillas de la cama.

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