El beso del ebrio

49 7 1
                                    

Te abrí mi corazón en conversaciones que duraban hasta más de tres horas, por eso te odio, odio extrañar verte desaparecer entre la media noche, cuando yo alargaba mi horario para dormir y tú te ibas cuando te daba sueño.

Te vi anoche con tus amigos; los que nunca me agradaron. Se drogan y beben hasta que se aman los unos a los otros. Te dije que no encajaría y tuve razón.

Yo no esperaba que me ignoraras, solo me ves desde la distancia e intentas sonreírme. No te das cuenta de que estoy enfadado, pero te diste cuenta de que yo te veía de otra forma. Y quizá te alejaste por eso. Aunque habría estado con tu amigo más idiota antes que contigo para nunca incomodarte.

Por desgracia, no fue hasta anoche que me di cuenta de que no te he superado, si tu escándalo no me hubiese hecho recordar. Y es que mis miradas de odio no me dejan disimular, ya no debería sentirme melancólico por ti, pero lo hago.

Pero lo hago y ya nunca tenía planeado decírtelo, porque di por vencida nuestra amistad. Yo no le abro mi corazón a todos, eso ya lo sabías. Entonces ¿por qué vuelves a tratarme como cuando éramos desconocidos en aquel grupo?

No recuerdo ser tan común cuando compartíamos gustos musicales.

Hace poco un «amigo» me dijo que yo vivía en un ciclo donde: quería, me aferraba, me dejaban, me entristecía y luego buscaba otra amistad.

Eso es falso, no le he contado a nadie las cosas que te conté. Nadie me ha conocido en tan poco tiempo como tú. Ni siquiera él. Ni siquiera el anterior. Pero a puras penas recuerdas las cosas que te dije ¿acaso no?

Anoche todos estaban muy ebrios, anoche todos estaban muy drogados; encendían sus inciensos de marihuana.

Yo nunca he necesitado estar drogado ni ebrio para bailar encima de la mesa, ni drogado ni ebrio para besar a uno de tus amigos.

Quizá sí necesite drogarme para poder volver a sonreírte, solo puedo verte con odio, aunque cuando estas en la cima de las nubes puedes ver la realidad, por eso sonríes de lejos, por eso me has observado en silencio todo este tiempo, por eso preguntarás mañana otra vez por mí, por eso lo quitaste de encima de mí cuando me besó.

Quiero pensar que sigues interviniendo cuando alguien quiere hacerme daño. Quiero pensar que algún día tendrás el valor de decirme qué te hizo alejarte. Quizá solo entonces deje de creer que el universo no lanzó otra extraña maldición sobre mí o que eras otra de sus pruebas.

No sé de la razón en sí, a veces pienso que fue porque te diste cuenta, a veces que la viste a ella reflejada en mí (si es así probablemente me odies), a veces solo creo que te pierdes siendo aquel jugador legendario.

Quiero creer que no fue por los rumores, porque entonces tendría que decir que eres un idiota.

Quizá es lo que gano por haber sido tan mentiroso en el pasado, pero no recuerdo haberte mentido más que una sola vez.

Desgraciadamente, conozco tu orgullo. Y sé que nunca vas a decírmelo, y es posible que algún día volvamos a vernos y ya lo haya superado, te hable como si nada y jamás sepas cuanto te odie por haber dejado mi corazón en medio de un videojuego.

La casa frente al cafetal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora