Querido Emmanuel

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Querido Emmanuel:

Escuchaste sobre mí estos días, te dijeron que caí de rodillas en el bulevar por un colapso emocional, sé que te hablaron al respecto, porque alguien llegó a mí diciéndome que estabas preocupado.

Te dijeron que andaba sin ropa vagando por las calles, lo hice, después de acostarme con un hombre en su taxi, mi corazón quedó destrozado y yo no sabía qué hacer.

Desamparado, siempre lo estoy.

Si te soy honesto, esperaba que en cualquier momento aparecieras y me salvaras, pensé en que quizá podría recibir un abrazo tuyo, y todo eso sanaría mi alma.

Eso imaginé, sin embargo estuve solo.

Tal vez yo siempre fui así: un chico que sabe lo que quiere y sale en busca de sus sueños; pero acaba deambulando.

El otro día vi caer un rayo encima de un volcán, me impactó porque me hizo rememorar que yo siempre fui electricidad, y al verlo recordé cómo me veía por dentro.

Tan salvaje y temporal.

Su luz hizo que me diera cuenta del prisionero en el que me había convertido, pero...

Si recibes esta carta, es porque estoy cediendo a todo en lo que alguna vez creí y al fin he decidido seguir adelante.

Lo he repetido estos días, quiero vivir, sí, he dejado de pedir mi fúnebre deseo mortal, por una vida en la que pueda tener un mejor manejo de mí.

Pues mi mente se hizo dueña de mi existencia, los hombres eran mi oxígeno y cada día se alejaban más de mí, y pinché mis dedos con una de las rosas más bellas que había conocido, todo en abril.

He aprendido que las cadenas de oro, siguen siendo cadenas, por eso voy a empezar de nuevo, pero te necesito a mi lado.

Quiero tranquilizarme y dejar que fluyamos, sé todo lo que conlleva estar contigo y estoy dispuesto a seguirlo al pie de la letra.

En las reglas de tu biblia dice que siempre estarás cuando se requiera tu ayuda, y no quería molestarte, pero he tenido suficiente, así que asísteme.

Háblame, eso es todo lo que pido, soy otro joven depresivo en aquel pilar que se está derrumbando, pero si vienes a mí una vez más, no voy a defraudar tu confianza.

Estoy saliendo de todo aquello que inicie por mi falta de paciencia.

Me he alejado del humo de sus cigarros, porque yo no fumo, pero me estaban intoxicando.

Empecé a sacar las espinas de mis manos.

Haz que mi visión limitada desaparezca y permíteme verte del otro lado de la calle.

Que en los únicos diamantes en los que caiga, sea en el brillo de tus ojos.

Esta vez no voy por el lujo, esta vez voy por tenerte junto a mí.

Estoy cerca.

Quoch.

La casa frente al cafetal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora