Cuatro.

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Lyn sonreía de oreja a oreja mirando su celular. Eso me causaba escalofríos, las gemelas nunca sonreían, por nada. Quise echarle una ojeada a su pantalla disimuladamente, pero se dio cuenta al instante y lo corrió. Me miró, completamente seria. Desvié la mirada hacia Simone, cómo para hacerme el que nada pasaba, para disimular el hecho de que estaba hecho un chusma asqueroso.

Lyn volvió a poner su atención en el celular, me di cuenta de ello porque de reojo noté como la pantalla de su celular iluminaba su rostro nuevamente. No me importaba no haber visto que clase de cosas andaba viendo por ahí, de hecho, mejor no haber visto nada. De seguro estaba viendo algún cadáver o gente descuartizándose.

Esa sonrisa no podría ser por otra razón. Lyn era macabra.

La puerta de entrada se abrió, el abuelo obstaculizaba toda mi visión. Pero noté qué se trataba de la prima de Tom por la cara de Simone, y por la forma en que salió medio corriendo a recibirla. Casi se me salta el alma del cuerpo, Simone no tenía muy buenas rodillas. Me contuve para no regañarla por correr de esa forma.

Bajé la mirada, sintiéndome fuera de lugar otra vez.

A veces me ocurría.

Siempre.

—¡Tía! ¡¿Cómo estás?! — Escuché decir a una voz femenina bastante peculiar. Levanté la mirada y la vi, a la famosa prima de Tom, Federika.

[...]

—¡¿Así que estuvieron así todo el día?! —La prima de Tom era una persona carismática, — ¡No te la puedo creer! — Gritó asombrada y sonriente.

Todos parecían no haberla visto en siglos, y su hermano era el menos interesado en ella. No sabía si usaba a su novia embarazada cómo excusa para ignorarla o realmente estaba obsesionado con el bienestar de la madre de sus hijos.

Daniel, quien estaba sentado al lado de Federika, ni siquiera se molestaba en aparentar interés, le daba la espalda con la silla, y atendía a su novia, le alcanzaba la comida, le preguntaba si se sentía bien. Era realmente asfixiante de ver.

Colegio, navidades, cursos, viajes. Todo me era fascinante de escuchar y también, me provocaba una angustia atroz, junto con unas ganas de morir tremendas. Entre más escuchaba sobre las anécdotas familiares, más me daba cuenta que nada que ver tenía yo con todo eso, y caía en la cuenta de que mi vida no pudo ser lo más alejado a lo "normal" en la vida misma.

Mi concepto de normal había cambiado por completo desde el día que conocí a Tom. El día que conocí a Tom, el día que comenzamos a conectar cómo personas, me di cuenta de que mi realidad, no era una realidad común, y que existían cosas mejores. Gracias a él, pude darme cuenta de que me encontraba rodeado de gente que se beneficiaban de mi ignorancia, y también estaban aquellos que no les interesaba mostrarme ni avisarme que existía otra forma de vivir.

Yo no sabía que existía otra forma de vivir la vida.

Tom me había abierto los ojos.

Estaba eternamente agradecido por ello.

Una sensación extraña invadió mi pecho.

Alguien estaba viéndome.

Levanté la vista, saliendo de mis pensamientos por tercera vez en la noche, y la vi. Federika me miraba a los ojos desde la otra punta de la mesa, de forma fija, intimidándome. Bajé la mirada.

Esta era la tercera vez que esa mujer me miraba de esa forma.

Desvié la mirada hacia Lyn, buscando amparo en la macabra niña. Ella seguía sin levantar la vista de su celular. Me sentí aliviado de ello. A pesar de ser siniestra, Lyn nunca me miró de esa forma. Tragué saliva y me llevé el vaso con agua a la boca. Tomé aire, y disimulando beber agua, levanté lentamente mis ojos hasta ella.

Power, guns and Control- Segunda parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora