Diez.

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 45 DIAS ANTES.

—¿A dónde van? —Las gemelas estaban con las llaves en la mano. Me detuve con mi bolso de running en la mano.

—A buscar a una amiga e ir a una plaza. —Las dos me estaban mintiendo, se les notaba en la cara, ni siquiera se molestaban en darme una excusa creíble. ¿Amigas? Estas dos antisociales no tenian amigas. Qué pendejas de mierda...no iba a permitir que mintieran para salirse a la calle solas a hacer a saber qué, y encima bajo mi cuidado. Fruncí mi ceño mirando la puerta de mi habitación.

¿Y esa conchuda no piensa hacer nada al respecto?

—¡Abre la puta puerta Federika! —Grité golpeando sin cesar, la puerta se abrió y Federika sostuvo mis manos por lo alto sumamente enojada.

—¡¿Era necesario qué me rompas tanto los huevos que no tengo?

—¿No se supone que tenes que cuidar dos menores mientras salgo a correr? —Desvió la mirada sobre mi hombro, miraba hacia las gemelas. Frunció su ceño. Noté que estaba en ropa interior y maquillada. —¿Vas a algún lugar? — Pregunte notando que su lencería era bastante erótica y se veía nueva.

—Cállate idiota. —Me empujó para tener cara a cara a las gemelas. —¡¿A Dónde se piensan que van eh?! —Tendió la palma de su mano frente a una de ellas. —Las llaves ahora.

—Pero... —Delfina comenzó a quejarse y a discutir. Sonreí, al fin Federika se tomaría su trabajo en serio.

—Vuelvo en una hora. —Grité a modo aviso al trio detrás de mi dónde nadie se molestó en responderme.

Me encontré con Ria en la plaza. Y comenzamos a correr.

Cada vuelta que daba en aquel parque me mataba, aun así, al sentir mi corazón rebotar fuertemente en mi pecho, sentía cómo mi sangre se activaba bajo mi piel. El frio desaparecía y mi piel tomaba color. Mi estado fisico era deplorable, y la fuerza que tenía que ejercer para moverme era tal que sentía que me iba a desmayar en cualquier momento. Así y todo, cada paso que daba me hacía sentir más vivo. Por una hora, sentía que volvía a tener vitalidad.

Había encontrado una nueva forma de darle vida a mi cuerpo. La actividad física.

Seguía sin poder dormir, y el café cada vez tenía menos efecto en mí, por lo que salir a correr estos días había sido algo glorioso para mi, era cómo si al moverme todo mi cuerpo se llenará de esa vitalidad que tanto le hacía falta.

Por algunos segundos... me sentía vivo.



[...]



—¡Tom! ¡Espera! ¡Podemos hablar! —Gritó una voz femenina, desesperada. Miré hacia la puerta, sin moverme, ¿Habían vuelto? ¿Tom había vuelto? ¿Vendría hacia su habitación? ¿Me evitaría? ¿Podríamos hablar?

—¡Jefe, espérenos! —La puerta se abrió de un portazo que la dejó retumbando. Me asusté. Así cómo la puerta se abrió, un Tom ensangrentado se adentró en la habitación sin notar en lo absoluto mi presencia ahí.

—¡Tom! ¡Tom! ¡Eu! ¡Por favor, espera! —Entró una muchacha corriendo... era ella. —¡Tom no nos dejes afuera! —Gritó golpeando la puerta del baño, ella tampoco se percató de mi presencia.

Power, guns and Control- Segunda parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora