Diecisiete

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Su rostro lucía descompuesto.

—Sabía que ibas a ponerte así. - Me miró ofendido.

—No digas estupideces siempre supe que eras un asesino de niños.

—Ajam.

—Podrías haberlo dejado de hacer. Siempre hay otra opción.

—¡¿Estás jodiendo?! —Su mirada era confusa, podía notar su descontento con mi relato, pero había algo más ahí. ¿Qué mierda estaba pensando?

—Entiendo a la perfección lo que me contaste, y lo siento mucho por tu mamá, y tu familia, pero... pudiste haber parado hace años todo esto.

—Espero que me estes jodiendo. —Llevé el cigarro a mi boca, buscando el encendedor, sin recordar donde lo tenía. No estaba en mis bolsillos, ni en los pliegues de mi pantalón, me puse histérico. Hacía dos segundos estaba en mi mano. ¡¿Como podía ser posible?!

—No es como piensas, yo... entiendo. Yo tampoco crecí con dinero. —Tiré la almohadada que había en mi espalda con la ilusión de que mi encendedor se materializara debajo de ella, pero no fue así. Seguí revolviendo bajo mis piernas sin bajarme de la cama. — ...Pero no tienes porqué seguir... haciendo eso... los niños son... —Suspiré de forma quejosa. — ¿Qué te pasa? ¿Podes dejar de revolear cosas?

—¡¿Dónde mierda está mi encendedor?! —Revolee el paquete de cigarrillos contra el velador, y este se tambaleó peligrosamente.

Sus manos sujetaron mis muñecas. Deje de moverme. Subí lentamente mi mirada hasta conectar con sus ojos.

—...Sabes qué... todavía te amo. ¿Verdad?

Mentiroso.

—A pesar de todo, de tu trabajo y...lo demás. Yo todavía te amo.

Maldito hijo de su puta madre.

—Sé que herí tus sentimientos... sé que te dolió, lo veo en tu mirada, el odio que me tenes... el asco que te doy... yo...

—Por favor no llores, estoy harto de verte llorar. —Con fuerza me alejé de su piel. Suspiré. Puse los ojos en el suelo, y vi a lo lejos el encendedor, al lado de la zapatilla de Bill. Así que ahí estaba el muy infeliz.

Bill también lo vio, y como estaba más cerca se agachó para alcanzármelo.

Lo puso en mi pierna, sin mirarme en ningún momento.

—¿Te mareaste? —Se veía mareado. Negó con su cabeza. —Me voy a dormir, espero hagas lo mismo. —Musité.

—No... —Fruncí mi ceño. Le miré sobre mi hombro, parecía estar a punto de llorar.

—Nunca dejé de amarte... nunca... yo... tenía que estar con él porque... era él...Él fue mi vida, no pude controlarlo... cada célula de mi cuerpo respondía a su voz. —Suspiré de forma cansina, había vuelto a llorar.

Cuando quería era insoportable el muy hijo de puta. 

Así como su llanto crecía en angustia y desesperación, también lo hacia mi rabia. Cada silaba que pronunciaba me daba rabia.

—...Deja de llorar. —Deje de darle la espalda, y le miré fijo, intentaba secarse sus lágrimas, está por demás decir que fue al pedo ya que no llegaba a secarse una que otra mojaba su rostro. Su cuello comenzaba a tornarse negro junto con parte de su rostro, en la parte cercana a su ojo por sobre su ceja, ya estaba casi violeta. Mierda, si su cara estaba así, y solo lo había tocado con mis manos, no quería imaginarme como estaba su torso, al cual había pateado con mucha fuerza.

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2022 ⏰

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Power, guns and Control- Segunda parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora