Trece

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—Mmmmhhh.... —Gimió y dejó de besarme para dejar caer su cabeza sobre mi pecho.

Luego de unos segundos, cuando las últimas gotas de su semen cayeron sobre mi mano, lo solté y saqué mi mano de su ropa interior.

Intente verle a la cara, pero no podía, yacía dormido sobre mi pecho y lo que menos quería era despertarlo.

Me levante como pude, y además de eso lo cargue en mis brazos. Si, con las tripas partidas en dos y todo, lo cargue en mis brazos para dejarlo sobre la cama. Necesitaba descansar sobre un colchón, tapado, y durante unas largas horas.

Fui cuidadoso, y gracias a ello no despertó.

Caminé hasta mi cama, quería cerrar mis putos ojos de una vez por todas, pero...escuché un sollozo, y luego, otro más intenso, pero más corto. Era más bien como si alguien se ahogara. Me di la vuelta, y desvíe la mirada hacia Bill.

Era imposible que sea él. ¿Estaba despertándose? ¿Otra vez?

Seguía con sus ojos cerrados, en la misma posición en la que le había dejado hacía unos minutos, pero volví a escuchar el mismo ruido extraño que obviamente hacia él con su respiración.

No moví ni mis párpados para pestañear, muchos menos exhalé. Me petrifiqué por completo. Lo que menos quería era que Bill se despertará, necesitaba dormir. Sin embargo...

¡Mh! —Gimió y su cuerpo pareció electrificarse, seguido de eso otro espasmo le hizo sobresaltarse y... ahí estaba, sus ojos abiertos de par en par.

Mierda...

Sus ojos estaban abiertos, pero no se movía, ¿Qué mierda era todo esto? ¿Sonambulismo? ¿Por qué no se movía?

Luego de unos largos segundos, donde me ilusioné con que sus parpados se volvieran a cerrar, vi cómo movía su mandíbula de lado a lado de forma dificultosa. Y... recobró la vida, al fin pestañeo y cuando lo vi respirar de forma normal confirmé que estaba despierto.

Sus movimientos eran duros, poco naturales y parecía estar contracturado, su respiración tampoco me sonaba nada normal, se oía agitado.

Al sentir una punzada en mi herida, recordé que mi cuerpo necesitaba reposo, y que de seguir parado me agotaría al punto de desvanecerme. Me recosté sobre la cama, y suspiré, volví mi vista hacia Bill, seguía en su mundo, movía sus manos de forma dura, sentado en la cama, no parecía estar muy consciente.

—Sigue siendo raro que no duermas más de media hora. —sus ojos se movieron hasta los míos, se veía tenso, duro como un muñeco de madera. Podía notar su cuerpo completamente rígido, sin importarle eso, se levantó y se quedó mirándome. Trago saliva.

—¿Qué hora es? —si me preguntaban a mí, no podría ni empezar a describir el aspecto de esas ojeras. ¿Habían crecido con sólo unos minutos? ¿Eso era posible? Se veía enfermo.

—vení. —levantó la mirada hasta mi altura, pareció descontracturarse. —por favor... no puedo levantarme para acercarme.

Sin pensarlo mucho dio tres pasos hasta mi cama, dudando de sí debía sentarse o limitarse a escuchar.

—sentate.

No soy un ser sexual.

—no voy a hacerte nada, por favor, veni.

Para nada, estuve dos años sin tener sexo y podría estar toda vida sin hacerlo. Pero ese no era el caso de Bill.

—¿Qué querés? —Parecía incómodo. Se sentó.

Power, guns and Control- Segunda parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora