Besó a su acompañante de turno, sus manos bajaban por su cuerpo hasta su trasero, pero... ¿Qué es lo que está haciendo con su mano? ¡No! ¡¿Esto es real?! El hombre se dio media vuelta y se fue lo más tranquilo y seguro hasta su auto. Ella le sonreía, y me focalicé en mirar su mano, donde tenía una billetera.
Me salió la risa boba, y entre a reírme a carcajadas.
¡Le había robado su billetera!
La rubia entró a su casa con tal tranquilidad, y luego de reírme un buen rato, volví a poner mis ojos en el horizonte.
El amanecer en una ciudad como esta, tenía sus peculiaridades, pero eso le daba cierto encanto.
Las mayorías de las casas estaban sin pintar, o si había alguna casa de lujo, era una cosa toda enrejada con veinte cámaras de seguridad. También había descubierto que los tapiales entre casa y casa, solían tener vidrios rotos en ellos. Supongo que para que nadie caminé por ahí.
También me enteré de que mucha gente anda en motos sucias, a toda hora, y nunca entiendo quien pudiera trabajar en esos horarios y de qué. De todas maneras, el amanecer en esta ciudad era algo hermoso de ver.En esta ciudad el cielo... se sentía más tranquilo. Sus colores eran más acogedores, y se había vuelto algo que solía apreciar con mucha atención.
-¡Pedro josé Maria Chupitea! -Lin golpeo a Delfina y corrieron por toda la sala, hasta que, a una de ellas, le sonó el celular, y sin poder identificar cuál de las fue la que lo agarró, me acerqué a hasta ella. Estaba haciendo caras raras.
-¿Qué te pasa? -Pregunte curioso. Sonrió, y cambió su expresión.
-¿Nos llevas al centro?
-¿Para? -Pregunté, algo ansioso con la idea de salir.
-¿Necesitamos comprar la peluca para Pedro, verdad Delfina? -Asique era Lyn la que me hablaba. Voltee para mirar a Delfina quien sonreía falsamente, y asentía.
-La obra es la semana que viene.
-¿No era a final de cuatrimestre?
-Necesito la peluca.
-Necesitas llevarnos al centro. -Voltee nuevamente a ver a Delfina, quien ahora también estaba usando su celular en mi cara. De seguro hablaban de mi, en mi propia cara por Whattsapp.
-¿Debo preguntarle a Georg? -Ambas dejaron su celular para mirarse y mirarme.
-Si no se entera...
-¿Qué tanto quieren...? -Negue para mi mismo. No me importaba que querían hacer estas niñas. Las llevaría, se veían macabras, pero no creo que fueran a comprar un cadáver o drogas. Eran bastante inocentes. -Denme cinco.
Debía cambiarme, estaba del asco, y ponerme algo de perfume y mi gorra. No quería que nadie supiera que yo era yo.
Pegué saltos hasta mi habitación y cuando iba a entrar la puerta no abría. Fruncí mi ceño. ¿Qué mierda le pasaba a esta puerta?
Comencé a mover el picaporte de arriba abajo desesperamente, empujando con mi hombro a ver si realmente se abría. Pero parecia estar trabada de adentro con algo. Escuchaba a Federika hablar dentro, asique ella tendría que haber trabado la puerta.
Esto era demasiado extraño.
-¡Ey! -Grité. Y escuché como corría de un lado a otro y en un milisegundo me abrió la puerta. Nos miramos, ella sonreía falsamente cómo sus sobrinas. -Necesito cambiarme.
-Pasa. -Se corrió a un lado, y yo no pude quitar los ojos del picaporte.
-¿Hay llaves para la puerta? -Pregunté extrañado. Abrí el placard, y agarré mi gorra gris. Busqué mis lentes de sol sobre la cama, que era donde los había dejado por última vez, pero no estaban ahí. Sobre la cama solo estaba la computadora portátil de Federika.
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Power, guns and Control- Segunda parte.
Teen FictionLas cosas cambiaron para Tom Kaulitz, la soledad ya no es parte de su vida diaria. Por fin tenía a alguien en su vida, pero...¿Era realmente lo que quería? Nueva ciudad, recuerdos, dilemas... Las cosas estaban fuera de su control. Debía encontrar...