Freedom « z.m »

❀ treinta y siete ❀

Todos los ocupantes de la sala, los que se habían mantenido a nuestro lado, fueron yéndose poco a poco, siguiendo las instrucciones del presidente Payne, hasta que en la sala solo quedamos Zayn, Liam y yo. El presidente nos miró, miró nuestras manos enlazadas, y sonrió levemente.

— Esto va a ser muy peligroso, especialmente para vosotros. Pero vamos a intentar que todo salga bien, y voy a hacer todo lo que esté en mi mano para ayudaros y protegeros de Yaser y los cuatro idiotas que están con él.
— Gracias, Liam – dijo Zayn, sonando verdaderamente agradecido – Muchas gracias.
— Esto no habría sido posible de no ser por vosotros. Los esclavos han dejado de tener miedo al veros juntos. Les servís de referencia.
— Es un honor serlo – sonrió Zayn.
— Podéis ir a descansar, mañana será un día largo. De hecho, creo que nos espera al menos una semana bastante larga.
— Sí, es lo mejor – afirmó mi chico, poniéndose de pie – Nos volveremos al hotel, a descansar.
— Buenas noches – dijo Liam, tendiéndole la mano para sacudirla cuando Zayn la aceptó.
— Buenas noches, Payne.
— Adiós, Emilie – me sonrió.
— Adiós – murmuré, algo tímida. No estaba acostumbrada a hablar con alguien que no fuera Zayn o Niall. Niall...

Zayn enlazó sus dedos más fuerte con los míos antes de empezar a caminar hacia la salida. Nos pusimos a caminar en silencio por los pasillos fríos que habíamos recorrido anteriormente para llegar a aquella protegida sala. Cuando salimos del edificio, pude comprobar que ya había anochecido. El tiempo se había vuelto increíblemente frío, como siempre ocurría de noche. Así que Zayn se quitó la americana del traje que llevaba y me la pasó por encima de los hombros, quedándose solo con su fina camisa blanca.

— No hace falta, Zayn... – murmuré, aunque yo iba solo en tirantes.
— Sí hace falta, no quiero que cojas una pulmonía, Em.
— Pero...
— No me discutas, no me vas a hacer tomar esa chaqueta – negó, pasando su brazo por encima de mis hombros.

Asentí levemente y dejé que hiciera lo que quisiera, sabía que no aceptaría ningún tipo de objeción. Ambos caminamos juntos, algo rápido para no seguir pasando frío, en dirección al hotel, que por suerte no quedaba demasiado lejos y, nada más llegar, fuimos directos hacia nuestro cuarto. Cuando Zayn hubo cerrado la puerta, miró hacia mí y sonrió lateralmente.

— No hay nada que me guste más que verte llevando mi ropa, Em.
— Zayn... – reí levemente, quitándome su chaqueta.
— Vamos a darnos un baño, para entrar en calor, ¿sí?
— ¿Ahora? ¿No puede ser por la mañana? Tengo algo de sueño... – murmuré, doblando bien la chaqueta y dejándola sobre una silla.
— Em, estás helada... – susurró al poner sus manos sobre mis brazos – Vamos al baño.
— Está bien... – acepté, porque realmente estaba congelada.

Zayn agarró mi mano de nuevo y me llevó hasta el cuarto de baño. Una vez ahí, agarró mi vestido y tiró de él hacia arriba, hasta quitármelo por completo. Aún no me acostumbraba a eso, a que quisiera verme desnuda y le pareciera lo más normal del mundo. Sus manos bajaron, acariciando mis brazos suavemente. Yo bajé la mirada, con timidez.

— Eres tan bella, flor.
— Zayn...
— Me encanta verte desnuda – susurró, desabrochando mi sujetador.
— Zayn... – repetí, nerviosamente.
— Tu cuerpo es tan perfecto que podría observarlo eternamente.

Antes de dejarme contestarle, y pedirle que parara con aquello, terminó con la distancia entre nosotros, empezando a besarme sin pudor alguno. Sus grandes manos se colocaron sobre mis mejillas, sin darme la opción de separarme de él, pero ¿cómo hacerlo cuando me besaba de aquel modo? Sus besos me quitaban el aliento en unos solos segundos. Cerré los ojos, dejándome llevar por su característico aroma envolvente, por sus suaves labios, por su ritmo insinuante, y por lo bien que se sentía su cercanía.