❀ doce ❀

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Zayn bajó hacia mis labios para empezar a besarme de nuevo. Sus manos agarraban mis mejillas con fuerza, reteniéndome y denegándome cualquier forma de separarme de él, aunque tampoco habría podido hacerlo, sus labios eran demasiado adictivos. Bajó lentamente sus manos, acariciando todo mi cuerpo, hasta llegar a mis piernas. Me obligó a abrirlas tanto como éstas pudieron y él se colocó entre ellas. Dejó de besarme para mirarme a los ojos. Sonrió lateralmente volvió a bajar una de sus manos a mi entrepierna, mientras con la otra me mantenía algo inmóvil, agarrando mi cintura con fuerza. Con dos de sus dedos, me acarició lentamente. Luego agarró su miembro y lo acercó a mi entrepierna. Cerré los ojos con fuerza, anticipándome al dolor que iba a sentir. Noté como éste empezaba a hacerse paso hacia mi interior. Nada más sentir apenas la punta, di un fuerte grito e intenté cerrar las piernas y apartarme, pero el cuerpo de Zayn no me dejaba cerrarlas, y su mano agarrando mi cintura no me dejaba moverme.

— Quieta, Em.
— Me duele, para por favor... – rogué casi llorando.
— Estate quieta, joder – gruñó enfadado.
— Pero Zayn...
— Emilie, te va a gustar, confía en mí, por favor.
— Pero duele mucho.
— Iré con cuidado, te lo prometo, pero déjame hacerlo.
— Está bien... – acepté algo temerosa.

Zayn fue cuidadoso y volvió a acercar... eso, a mi entrepierna. Tenía mucho miedo. Estaba muy tensa, y él lo notó. Negó con la cabeza y se agachó a besarme de nuevo. Di un pequeño gemido y cerré los ojos, siguiendo su beso. Sonreí al pensar que no iba a hacerlo, se había dado cuenta de que me daba miedo y solo me besaría. Estaba siguiendo su beso, feliz de que hubiera entendido que no podía hacerlo, cuando sentí, de golpe, su miembro penetrándome. Di un grito sobre sus labios y me separé de ellos, mirándole asustada a los ojos. Intenté empujarle, pero agarró mis muñecas con una sola mano para mantener mi posición con la otra, poniéndola de nuevo sobre mi cintura. Empezó a mover su pelvis muy lentamente hacia delante. Cerré los ojos y arqueé mi espalda, dando otro grito. Mis ojos se humedecieron y mis piernas se doblaron tratando de amortiguar el dolor. Escuché como Zayn daba un gruñido y abrí los ojos para verle. Su ceño estaba fruncido, mirando hacia mi entrepierna mientras seguía metiéndolo con cuidado. Su rostro estaba serio, seguramente no le gustaba ser tan... "delicado". Una fina capa de sudor cubría su frente –y su torso–. Su piel ardía en deseo, desprendiendo un calor que llegaba hasta mi cuerpo. Su vista se alzó hacia la mía, notando que le estaba mirando. De pronto, sus labios formaron una pequeña sonrisa que sentí que me estaba regalando minutos de vida. Aquella sonrisa era algo sobrehumano. Su lengua se apoyó en sus dientes y sus ojos se fruncieron ligeramente.

— ¿No duele ya, verdad? – preguntó con la voz ronca.

Entonces me di cuenta de que tenía razón. Ya no dolía tanto. Me había quedado tan embelesada mirándole que no me había percatado. Asentí con la cabeza, dándole la razón y él sonrió nuevamente. Jadeé como respuesta a esa sonrisa tan perfecta. ¿Por qué no sonreía más a menudo? Soltó mis muñecas y agarró mi cintura con ambas manos, para empezar a moverse contra mí y alejarse a un ritmo lento y regular. Mi respiración se aceleró, igual que la suya. Su ceño ya no estaba fruncido, y de aquella manera se veía mucho más guapo. Aquel ritmo cada vez se aceleraba más, y hacía algunas embestidas con más fuerza, pero al oír mis pequeños gemidos de dolor cuando lo hacía, volvía a hacerlo más suave. Si lo hacía de aquella forma, suave y lento, se sentía como si pudiera alcanzar el cielo. ¡Aquello era increíble! Pero si aceleraba el ritmo nuevamente me dolía y quería apartarme. Zayn siguió lento. Un ritmo casi musical. Sus manos subieron de mi cintura a mis pechos, y agarró uno con cada mano. Empezó a masajearlos con algo de fuerza, haciendo que mis gemidos también subieran de tono. Sonreí y mordí mi labio, mirándole a los ojos con la respiración cada vez más acelerada. Sentía que en cualquier momento todo aquel placer iba a explotar en algo increíble. Mi entrepierna estaba ardiente y casi palpitaba, sentía un cosquilleo concentrado en aquella zona que, de pronto, tras una embestida, empezó a recorrerme todo el cuerpo, acompañada de un fuerte gemido. Mis abdominales se contrajeron involuntariamente, no podía dejar de gemir, más seguido que antes, y varios espasmos recorrieron mi cuerpo. Entonces si que sentí que había alcanzado el mismo cielo. Zayn, sin embargo, no se detuvo. Di un gemido de queja, ya que estaba demasiado aturdida, extasiada y... demasiado todo, como para seguir con eso.

Freedom « z.m »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora