❀ ocho ❀

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No sé exactamente cuánto rato estuve abrazada a Niall, pero ahí, entre sus brazos, me sentía segura. Protegida. Malik no podía hacerme daño. No por el momento. Pero, como siempre, nada podía ir bien, sino que fuimos interrumpidos. Y, como no, tenía que ser él. Malik. Siempre era él. Al verle entrar en la despensa, de inmediato, me separé de Niall, sabiendo que aquel abrazo no sentaría nada bien a Malik. Le miré nerviosamente y vi como su mandíbula se tensaba. Me mordí el labio, inquieta, y me puse alerta por si tenía alguna intención de golpear a Niall, porque no dejaría que lo hiciera de nuevo.

— ¿Otra vez con este imbécil? ¿No recuerdas que te he prohibido hablar con él?
— No puedes prohibirle eso... – empezó Niall, también claramente enfadado.
— Puedo hacer lo que me de la gana, que para eso he pagado por vosotros, panda de desagradecidos.
— ¿Desagradecidos? ¡Venga, hombre! – protestó Niall, yo agarré su muñeca para que se callara, no quería que se metiera en problemas con Malik, me daba mucho miedo.
— Suéltale – gruñó Malik entre dientes, yo de inmediato le hice caso.
— ¿Qué te pasa? ¿Estás celoso, eh? – sonrió Niall, provocándole.
— Cierra la puta boca o me la llevo y la violo. Así de fácil.
— No podrías hacerlo.
— ¿Ah no? – masculló Malik, agarrando mi muñeca con fuerza y tirando de mí hacia él.
— ¡Niall! ¿Eres idiota o qué te pasa? – lloriqueé, forcejeando con Malik.
— Os vais a enterar. Los dos. Por plantarme cara. Vais a ver quién manda aquí.

Sin decir nada más, empezó a tirar de mí con fuerza hacia fuera. Me llevó por todo el comedor mientras yo lloraba. Todo el mundo me estaba mirando. Su desprecio seguía ahí, en sus ojos. No iba a cambiar la situación aunque estuviera desesperada, seguirían odiándome. Seguí con dificultad a Malik, que no me soltaba ni un momento. Me hacía daño en la muñeca.

Malik me llevó hasta su habitación y me tiró sobre la cama, bruscamente. Yo seguía llorando. No quería que eso pasara. Tenía mucho miedo. Él se puso sobre mi cintura, inmovilizándome al agarrar nuevamente mis muñecas, dejándolas esta vez juntas, sobre mi cabeza. Se agachó y sus labios se quedaron sobre los míos. Su respiración se entrelazó con la mía.

— Cállate.
— No me violes, por favor – rogué.
— Emilie cállate y escúchame – asentí ligeramente, aún con miedo – no voy a violarte, pero le dirás a Niall que si lo he hecho. ¿Está bien? – pronunció suavemente.

No podía creer lo que estaba oyendo. No iba a hacerlo. Suspiré aliviada y asentí con la cabeza. Él soltó mis muñecas y salió de encima mío. Yo me incorporé, quedando sentada, sin atreverme siquiera a mirarle.

— Acuérdate que debes decirle que si te he violado, sino sí que lo haré.
— Está bien, se lo diré – afirmé con miedo.
— Esta noche no irás a dormir a la pensión – añadió.
— ¿Por qué no?
— Porque así será más creíble, boba – bufó molesto, rodando los ojos – Ve a darte una ducha, estás que das asco con tanto barro.
— Pero si me ha dicho que no puedo regresar a la pensión por ahora, señor... – dije confusa.
— Esa puerta de ahí es un baño, úsalo. Ahora pediré que te traigan otra ropa, no me gusta ese vestido.

No dije nada más, solo asentí ante sus órdenes y caminé hacia la puerta que me indicó como el baño. Me encontré con una preciosa sala, toda de mármol blanco y decorado con muebles y algunas baldosas de un azul celeste muy claro. Me acerqué a una gran ducha, impresionada por su tamaño. Abrí la mampara de cristal que había para evitar que el agua saliera de ésta y miré el complicado grifo, el cuál empecé a tocar sin tener idea, haciendo que el agua saliera ardiendo y me achicharrara la piel, o que saliera helada. Y salía por diversos chorros que había por toda la pared, pero nunca por donde debía. Bufé frustrada y apagué el grifo. Segundos después, Malik entró en el baño.

— No sabes usarla, ¿verdad? – adivinó, caminando hacia mí. Yo afirmé su negación – Ve quitándote la ropa, yo la enciendo – dijo con un tono más... íntimo.

Ya me había visto en ropa interior, así que... ¿qué más daba? Me deshice del vestido y lo dejé sobre uno de los muebles, mientras Malik adaptaba el grifo para que saliera agua, de dónde empezó a salir un vapor que llenó el baño en pocos minutos.

— Ven aquí, mira si así está bien... – me acerqué y toqué el agua. Estaba tibia, algo caliente, perfecto para el frío de la noche – ¿Así...? – preguntó más flojo, pasando su brazo alrededor de mi cintura, tocando mi piel desnuda – ¿Te gusta?

Asentí levemente con la cabeza, algo aturdida. Entre el vapor, la densidad del ambiente, mi casi desnudez, el brazo de Malik rodeando mi cintura y mi piel con su piel... estaba algo fuera de juego. No sabía muy bien cómo reaccionar ante aquella situación.

Freedom « z.m »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora