Capítulo 11: Un viaje sin spoilers

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—Veamos cómo se las apañan... —murmuró Lapinboy, manipulando la proyección del agujero para seguir a los Ladybug y Chat Noir del pasado en el futuro. Emma se mordió las uñas cuando los dos aparecieron observando a la masa a una distancia prudente desde un tejado.

Aaaaallá va.

Ladybug lanzó con su yo-yo una silla de playa unos metros delante del akuma. No pasaron ni diez segundos para que la masa se alertara por el ruido y el movimiento, y se lanzara reptando veloz hasta la silla. La devoró atrapándola con su lengua.

—Pues sí que es una enorme masa rosa que se come todo lo que se le pone por delante —dijo Chat Noir con una mueca—. ¡Mira! ¡Se hace más grande!

—Como para no verlo, Chat Noir. ¿Eso que está comiendo es un camión cisterna...? Ah, ¿no le cabe en el estómago? ¡Lo ha escupido!

—¿Y ves algo que te dé una pista sobre el akuma, mi lady?

Ladybug se quedó en silencio escaneando a la criatura gigantesca, que deambulaba haciendo temblar las calles desiertas.

—Está claro que no está en su estómago, porque nos haría piedra... ¿Y si eso fue lo que les pasó a nuestros yos del futuro? —dijo Ladybug, apoyando los codos en las rodillas y la mano en la barbilla.

—No es muy agradable pensar que estamos aquí y... ahí dentro. —Chat señaló a la masa con una garra.

—No lo pensemos. ¡Es momento de pasar a la acción! ¡Lucky Charm!

Del cielo cayó un pesado plástico rojo con lunares de gran tamaño, que aterrizó sobre Chat Noir y lo tiró de espaldas. Ladybug se rió un poco mientras lo sacaba de debajo.

—¿Para qué es esta cosa? —preguntó el muchacho cuando se levantaba.

—Mmmm...

Ladybug meditó unos segundos. Investigó lo que había traído el Lucky Charm, y descubrió que en realidad era una estructura hinchable. Volvió a llevar la vista a su entorno. Agudizó sus ojos azules, buscando los pasos de su estrategia. Observó a la masa rosa, haciendo estragos en la distancia. A continuación, se fijó en una bici que había pasado desapercibida para el akuma glotón. Luego miró a Chat Noir, y después sonrió decidida.

—¡Lo tengo!

—¡Esa es mi Buginette!

—No soy tu Buginette. —Ladybug le dio un ligero capirotazo en la frente, riéndose.

—Bueno, bueno. Cuéntame tu espléndido plan.

—Por lo que hemos podido observar, a esa masa le gusta comer cosas grandes, cosas de colores o cosas que se mueven. Y eso es —señaló el plástico de lunares que habían dejado en el suelo— justo lo que le vamos a dar.

—¿Más comida? No queremos que crezca más aún, porque ya debe de llegar a los... ¿10 metros? ¿12 quizás?

—Ahí es donde entrarás tú, Chat.

—¿Quieres que... ¡me coma a mí!?

—¡No! Escucha...

Cuando Chat Noir se alegró de captar el plan de su compañera, ambos se pusieron manos a la obra. Ladybug fue a buscar la bicicleta que había visto momentos antes, procurando no hacer ningún ruido que pudiera alertar a la masa. Consiguió un inflador que tenía amarrado la bici, y volvió a subir al tejado.

—Chat, ¡al Louvre! —le dijo a su compañero antes de marcharse.

—¡Tú mandas, Ladybug! —dijo él, haciendo una seña con la mano y sonriendo—. Llevemos a esa plastilina a ver obras de arte...

🐞 MLB: Descubriendo a mis héroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora