Capítulo 10: Ladybug y Chat Noir en pequeñito

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—¡Aah...! ¡Auch!

Emma tropezó un par de metros hasta que cayó sobre su trasero. Estaba en una callejuela que daba a una avenida principal. Al mirar atrás, el agujero de Lapinboy ya no estaba. Se puso de pie y se palmeó las mejillas.

—¡Puedo hacerlo! Es sencillo. Solo tengo que dar con Ladybug, contárselo todo, y llevarla conmigo al futuro. ¡No tiene por qué salir mal! —se dijo a sí misma en susurros, echando a caminar—. Según Lapinboy, ella andaba por aquí, ¿no?

Llegó hasta la avenida y miró a un lado y a otro entre la gente que paseaba.

—¿Dónde puede estar Ladybug...? —murmuró con una mano en la barbilla.

—¿Buscas a Ladybug? —dijo una voz reconocible a sus espaldas.

Emma giró la cabeza con el pasmo en su mirada, y dio un salto felino hacia atrás.

—¡Eh...! ¡Sí! ¿La...? ¿La has visto? —dijo, intentando disimular que era de las última personas con las que debía encontrarse en el pasado.

—Ah... ¡No! Pero sí que he visto a Chat Noir hace un momento, por allí. —El chico señaló a una calle de distancia de donde se encontraban.

¿¡Chat Noir!? ¡Genial! ¡Gracias, pa...! —Se mordió la lengua justo a tiempo. El muchacho la miró interrogante, y ella fingió tener un golpe de tos—. Adrien Agreste, ¿verdad? Te he visto en una revista... ¡Gracias por la ayuda!

—Ah, ¡no hay de qué! —Él sonrió amistoso y se despidió. Se marchó por su camino.

Emma suspiró, secándose una cómica gota de sudor que le caía por la frente. No había sido tan terrible como esperaba. Se rió un poco mientras corría hacia donde le había indicado, porque ver a su padre tan joven y mucho más bajo de estatura era raro a la par que gracioso. También daba un poco de miedo, pensó. Pero ya lo meditaría en otro momento. Si podía encontrar a Chat Noir, él la ayudaría a encontrar a su compañera mucho más rápido. Cuando llegó hasta la calle en cuestión, el superhéroe cayó frente a ella como salido de la nada.

—¡Chat Noir! —exclamó ella, a punto de caerse de espaldas. Él la cogió por un brazo y la colocó derecha.

—¿Una damisela en apuros? ¿En qué puede servirte el mejor héroe de París? —dijo, tomando su mano para depositar un beso en el dorso.

La cara de Emma fue un poema. Apartó la mano a toda velocidad, guardándola en el bolsillo trasero de sus pantalones. No la pilló desprevenida que el Chat Noir del pasado fuera así; prácticamente igual que el del futuro, pero con una dosis extra de juventud y galanteo. Pero se alegraba muchísimo de verle aún de una pieza, sin ser una estatua de piedra rosa.

—¿Sabes dónde está Ladybug ahora? Necesito hablar con ella urgentemente —dijo Emma a toda prisa.

—¿Urgentemente? ¿Hay otro akuma? —preguntó él en tono algo más serio.

—Ah... Algo así. Es difícil de explicar... ¿Cómo podemos dar con ella?

Chat Noir se hizo con su catmóvil y trató de llamar a su compañera. Tras unos segundos, negó con la cabeza y extendió las manos.

—No puedo contactar con ella. Pero —Chat Noir se acercó a Emma con gesto inquisidor y añadió—: ¿para qué la necesitas exactamente?

Emma tragó saliva. Desde luego no había cambiado en absoluto. La chica se lo planteó por unos momentos, y llegó a la conclusión de que Chat Noir sí que era de fiar, pero le preocupaba darle detalles sobre el viaje en el tiempo y Lapinboy. Reconstruyó la explicación antes de dársela.

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