—Mamá... —Emma estaba ojeando su portátil con mucha curiosidad.
—¿Sí, cariño?
—¿Te suena una página que se llama... 'Ladyblog'?
—¿¡Qué...!? —La mujer por poco se pincha con la aguja, pero disimuló—. Eh... Sí, que me suena.
—La acabo de encontrar en Internet, buscando información para el trabajo de figuras importantes de París. ¡Es una chulada para ser de hace tantos años! Aunque está claro que lo de esos superhéroes no será cierto..., ¿no?
—¿Por qué piensas eso? —La madre dejó de dar puntadas en la tela, mirando por el rabillo del ojo a su hija. El pequeño Hugo se aproximó a sus piernas y ella soltó la costura y lo cogió en brazos.
—Bueno... No es posible que exista gente con superpoderes..., ¿no? —repitió Emma. No recibió respuesta. Emma siguió revisando en la página—. ¿Vídeos? Bah, seguro que son montajes mal hechos...
Pinchó en el primer vídeo que aparecía con el título: "!Ladybug y Chat Noir en acción una vez más!". Con escepticismo esperó a que comenzara, mientras su madre fingía no prestarle atención. Emma no podía creer lo que veía. Parecía tan real que podría haber sido sacado de una película actual, y la obligó a valorar que pudiera ser auténtico. ¿Acaso París había tenido a dos superhéroes a su disposición para luchar contra el mal?
—Increíble... ¡Mamá!, ¿de verdad ellos tenían poderes y hacían todas estas cosas? ¿¡Es real!?
—Pues... sí. Sí que lo es —dijo ella con suavidad, distraída en jugar con las manitas de Hugo.
—¿¡Los conociste!? —Emma soltó el ordenador sobre el sofá y fue hasta su madre en el sillón de al lado, mirándola con los ojos como platos.
—... Me salvaron alguna que otra vez —comentó sin darle importancia. Emma ahogó un grito y regresó al portátil.
—¡Increíble! Es ¡alucinante! Todavía no puedo creerlo... "Lady... bug". —Tecleó a toda velocidad, viendo todos las fotos que de la heroína principal y de su compañero que aparecían como resultado—. Y ¿dónde están? ¿Siguen por ahí? No los he visto jamás.
—Se marcharon cuando el peligro pasó —contestó la madre con tono melancólico—. Una vez que todo estuvo en orden, desaparecieron, sin más.
—¿En serio...?
—Hola, señoritas. —Entró por la puerta con un sándwich en la mano.
—¡Papá entrando al salón! —anunció Emma, imitando después el sonido de una trompeta para hacerle reír.
—Hola, cariño. —El hombre se aproximó a su esposa y le dio un beso, que recibió ascos por parte de Emma. Le dio un apretón de mejillas al niño pequeño y luego fue hasta el sofá a sentarse junto a su hija, para desordenarle el pelo con una mano—. Hola, princesita. ¿De qué hablabais?
—¡De Ladybug y Chat Noir!
—¡Ajmjmff...! —Se atragantó con el bocado que había dado a su sándwich. Su mujer se rio descaradamente por detrás de la cabecita de Hugo—. ¿En serio...?
—¡Sí! Me he encontrado una página que se llama 'Ladyblog', y mamá dice que eran superhéroes de verdad. ¡Son increíbles!
—Eh..., sí. Sí que lo eran, bichito —comentó el padre, echando un vistazo a la pantalla del ordenador y sonriendo.
—¿A ti también te salvaron alguna vez, papá?
—Seguramente sí.
—Y... ¿quiénes son en realidad? No lo pone en ninguna parte.
Los padres compartieron una rápida mirada de complicidad.
—Nadie lo llegó a saber nunca, cielo. Sus identidades eran un gran secreto —respondió la madre.
—¿Y nunca, jamás lo sabremos? —Emma hizo una mueca de desilusión al oír aquello.
—Ya no están aquí para preguntarles —añadió el padre, encogiéndose de hombros.
—Vaya... Tal vez el que hizo la página web..., ¡sepa quiénes son! ¿¡Y si la hicieron ellos!?
—Ojalá, bichito, pero la persona que hizo la página tampoco lo sabe. —El hombre miró a la madre, y ambos sonrieron.
—Es ni más ni menos que tu madrina Alya, cariño —confesó la mujer—. Era la mayor fan de Ladybug, y por eso creó el Ladyblog.
—¿¡En serio!? —Emma estaba alucinada y decepcionada a partes iguales, porque sabría sin averiguar quiénes eran aquellos héroes—. ¿¡Por qué nunca me contasteis nada de esto!?
—¡Claro que lo hicimos, bichito! —dijo el padre—. Te contábamos todas las aventuras de Ladybug y Chat Noir para dormir.
—Eras muy pequeña, seguramente ya no te acuerdas.
—Ah, ¿sí? Ostras... Pero ya nadie habla de ellos. ¿Cómo es posible que la gente no hable de ellos sin parar, si ayudaron tanto a la ciudad?
—Porque hace mucho ya de todo eso. Más de 10 años, diría yo —auguró la mujer.
—La gente los recuerda, por supuesto, pero ya han dejado el tema en la sección de leyendas —decía el hombre, terminando su sándwich.
Emma resopló, algo alicaída al respecto. En seguida se animó y volvió a teclear velozmente.
—¡Haré mi trabajo sobre ellos! ¡La clase va a alucinar cuando les diga que eran superhéroes de verdad!
—Bueno, pero tendrás que seguir mañana, que ya es muy tarde y mañana hay colegio. —La madre se levantó con el pequeño Hugo en brazos.
—Es cierto, ¡hora de dormir! —La secundó su marido, cerrando el portátil de Emma y la atacaba con unas desprevenidas cosquillas.
Cuando los niños ya estaban en la cama, los padres sabían que no conciliarían el sueño muy rápido esa noche.
—El día ha llegado...
—Sí... El día ha llegado.
—No creí que fuera a ocurrir tan pronto... ¿Qué haremos?
—Hmm... Nada.
Ella soltó su pelo tras decir aquello y lanzó una mirada a su esposo. Se acercó y se sentó a su lado en la cama.
—¿No se lo vamos a contar?
—¿Que sus padres son Chat Noir y Ladybug, sus nuevos héroes, y que no puede decírselo a nadie? Creo que no es el momento más indicado, Adrien.
—Ya... Tienes razón, Marinette. —Le dio un pequeño beso en la mejilla y sonrió—. Esperemos a que esté lista para asimilarlo.
Los dos se metieron bajo las sábanas, y entonces Marinette habló de nuevo.
—Quizás cuando cumpla los 14.
—Entonces ¿esperamos un año? —dijo él con tono burlón.
—Con un año puede que baste. —Ella sonrió tranquila y apagó la luz.
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🐞 MLB: Descubriendo a mis héroes
FanfictionEmma Agreste Dupain-Cheng ha encontrado una vieja página web que habla de los superhéroes que salvaban a los habitantes de París hace muchos años. Se muere por descubrir más de sus nuevos ídolos, pero no tiene ni idea de lo bien que los conoce en re...