11. ¿Estás siguiéndome?

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Viernes, 11 de enero 

Para mi buena suerte, nada interesante ocurrió en los días siguientes a la salida del sábado, aunque eso no evitó que Ellen me molestara con el rubio del café cada vez que podía. 

Como esta semana mis primos reiniciaron clases, no me quedó más opción que hacer compañía a mi tía Samantha mientras iba de compras al supermercado o trabajaba, lo cual, en su caso, era encerrarse en su estudio mientras pintaba algún nuevo cuadro o creaba una nueva escultura...esa mujer era una artista multifacética.

Ayer por la noche, mi prima hizo recordar a sus padres que no iría al colegio hoy porque había agendado una visita a otra universidad, que no quedaba muy lejos de la casa. 

Todo tranquilo, hasta que se dirigió a mí.

-Y ahora sí, no te salvarás de mis habilidades con la moda: mañana saldrás como toda una diosa.

No lo creí posible hasta esta mañana, cuando apenas me desperté; Ellen tenía en las manos un conjunto bastante bonito de chompa color medio anaranjado oscuro, chaqueta con capucha polar con pelitos a juego con la chompa, jeans ajustados y una gorra de lana color celeste.

-Ni loca, quiero estar cómoda - repuse apenas gané conciencia. 

-Querida Angela - dijo Ellen, después de dejar las prendas sobre mi cama -, solamente porque esta ropa sea distinta a la que sueles usar, no significa que no sea cómoda. Ahora, a levantarse y vestirse. Ah, antes de que se me olvide...

Corrió a su clóset, y dos segundos después, regresó con un par de botas color marrón otoño. 

-¿No puedo usar mis vans? - pregunté casi con súplica.

-¡Ni hablar! - respondió Ellen -. Por tres sencillas razones: la primera, si las usas demasiado, se van a malograr; segunda, no te abrigarán nada en este invierno; y la tercera, son horribles. 

-Dice la que amaba a Tony Hawk - añadí con ironía, y de inmediato Ellen me miró con cara de poker, pero no dijo nada.

-Anda, al menos pruébate la ropa, no pierdes nada - me dijo más calmada. 

Ante esa mirada de súplica, y como había sido buena conmigo en mi primera semana en Nueva York, accedí. 

Reconocí algunas marcas mientras examinaba cada prenda: Moschino, Steve Madden...vaya chamba que tenía esa mujer. 

Al terminar de vestirme, me acerqué a Ellen con algo de timidez.

Mi prima por poco perdió la mandíbula al verme.

-Te ves HERMOSA - exclamó de la emoción, y me arrastró a su espejo de cuerpo entero -. ¡Mírate! 

Cuando me vi en el espejo, concluí que definitivamente no era yo la que estaba allí: se veía demasiado...chic. 

-No lo sé, Ellen, no me siento tan yo...-empecé, pero ella me interrumpió.

-Escúchame - me miró a los ojos, en tono serio -, la ropa solamente es un instrumento posible de confianza, pero tú sigues siendo tú, sin importar cómo te vistas. Ahora sé sincera, ¿te gusta el outfit? 

Lo que me dijo Ellen me tocó en ese momento, y después de obedecerla y mirarme nuevamente en el espejo, pensé que no estaba nada mal. La verdad, me gustaba. 

-No se diga más - añadió Ellen, y sin más, nos alistamos para salir. 

...

No recordaba el nombre del lugar que estábamos visitando: era algo largo, pero relacionado a María, porque comenzaba con "Mary...".

Pasamos la mañana en un recorrido guiado por el campus, repleto de chicos conversando, estudiando o repasando libros, y antes del almuerzo, nos dijeron que habría una charla para los colegiales interesados en una vacante, que daría una de las cabezas de la universidad, a eso de las dos de la tarde. 

Crecer A Tu Lado - Serie A TU LADO I [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora