36. Una nueva Angie

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Lunes, 21 de enero

La noche anterior fue diferente a las demás, pero igual a la de la gala, por el simple hecho de que Gustavo Rosa, ese chico con cara de ángel, sonrisa perfecta y cabello de superestrella, reinó nuevamente en mis sueños. 

Me costaba aceptarlo, pero no me desagradaba en nada eso; al contrario, creo que jamás había dormido tan bien desde que comenzó mi estadía en Nueva York. 

Pero justo cuando Gustavo y yo volvíamos a bailar El Danubio Azul en medio de un campo que parecía ser Central Park, la bendita alarma de Ellen sonó como loca...claro, para ella y Dan, era día de escuela, y tenían que levantarse temprano. 

Las tres semanas que llevaba compartiendo cuarto con mi prima me habían enseñado que tenía que dejar que fuera ella quien usara primero el baño, porque tardaba una eternidad, entre que se bañaba, se aplicaba producto en el cabello, se lo secaba y su skin care routine mañanero, hasta que me lo dejara libre para ocuparme de mis asuntos. 

-All yours - dijo Ellen cuando por fin salió de su baño - con una bata de baño y el rostro impecable.

-Por fin - dije antes de meterme al baño.

A diferencia de Ellen, no tardaba más de quince minutos en la ducha, ni cinco minutos después de ello, pues no me solía hacer nada en la cara, ni mucho menos me miraba en el espejo buscando alguna imperfección en la cara, tan sólo secaba mi cabello y listo, podía iniciar mi día sin tanto ajetreo. 

Sin embargo, antes de agarrar la secadora de cabello, me detuve a mirarme porque sentía que una pestaña se me había metido en el ojo, y después de descubrir que no era así, empecé a recordar las palabras de Gustavo cuando almorzamos en el Dos Caminos

Si sigues hablando así, voy a pensar que también tienes problemas de autoestima. En serio, Angie, ¿es que nunca te has visto en el espejo? 

Me pasé la mano por el rostro, y luego por mi cabello todavía mojado, y no podía evitar pensar que quizás Gustavo exageraba al decir que yo era hermosa, porque en ese momento, parecía más una rata mojada que una concursante de certamen de belleza. 

-¿Admirándote? - preguntó Ellen de repente, ya vestida de forma impresionante, como siempre, y con un maquillaje sencillo pero muy sentador - La verdad, prima, es que de por sí eres preciosa, pero si te preocuparas un poquito en arreglarte, uy, tendrías a todos los chicos de Nueva York a tus pies, no solamente a Gustavo. 

-¿Tú crees? - pregunté con las mejillas rojas - Es que no estoy tan acostumbrada al maquillaje ni a esos productos que usas, ya sabes, por las reglas del colegio...

Ellen lanzó una risita. 

-Qué feo ah - repuso -. Menos mal que en el mío lo mínimo es respetar el código de vestimenta en lugar de usar un feo uniforme. 

-Exacto - concordé, mientras me seguía examinando -. Y bueno, la verdad es que, ahora que lo dices...me preguntaba si...

Parecía que Ellen, además de casamentera, podía ser vidente profesional, porque captó lo que le iba a preguntar sin que yo articulara palabra alguna. 

-¡¿Es en serio?! - exclamó, antes de dar saltitos de emoción que sonaban por las botas con tacones que llevaba - ¡No sabes cuánto tiempo he estado esperando por eso! 

No hice más que reírme por la actitud de emoción de mi prima. 

-Well -añadió cuando por fin dejó de saltar -, primero lo primero: te tengo que enseñar a cuidar esa carita, y esta misma tarde, cuando regrese de la escuela, nos vamos de frente para el spa. 

Crecer A Tu Lado - Serie A TU LADO I [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora