Pasó una semana y media desde la conversación con su madre y hermana.
Eiji se hallaba en su trabajo moviendo algunas cajas semi pesadas hacia otra oficina. La frustración colmó sus sentidos, haciendo que su aroma se pusiera agrario al darse cuenta de su fatiga casi inmediata. Él antes era un atleta y ahora su cuerpo le añora a través de sus entumecidas extremidades por un descanso. Si su entrenador supiera de lo débil que se ha convertido, maldicería.
—Oh, Ei-chan, ¿no has terminado todavía?
El omega giró su rostro hacia Ibe, un beta quien era su superior.
Con una sonrisa esbozada en su rostro que se podía vislumbrar perfectamente por su cabello recogido en una coleta, le contestó también en japonés.
—Ya casi, Ibe-san. Solo me faltan esas dos de allá.
En eso, el hombre suspiró satisfecho.
—Muy bien, Ei-chan. Déjame ayudarte con lo último.
El chico se alteró un poco cuando Ibe cargó las cajas con total facilidad y las colocó con el resto.
—Y-Yo debí hacerlo, Ibe-san. Es mi trabajo...
En eso, el aludido pegó una carcajada. Eiji no sintió que se estaba burlando de él sino de la situación en sí. Una ebullición leve de vergüenza burbujeó en los adentros del omega, sintiendo que sus mejillas se ruborizan.
—Incluso los jóvenes se cansan — le dio unas palmadas suaves con aras reconfortantes. —. Ven, te necesito en el estudio ahora para que veas las fotografías que tomaré. Quiero un plano manso en las facciones de los deportistas nacionales.
Eiji asintió vehemente.
Mientras más compartía tiempo con Ibe, más agradecido estaba en tenerlo como encargado. Desde un principio pudieron entrar en buenos términos, posiblemente influyó de que ambos son japoneses. Cuando llegó a Estados Unidos, el omega pensó que perdería un poco su acervo lingüístico pero eso no sucedió. A parte de Ash, Ibe lo guiaba un poco mejor en pulir su inglés puesto que podría preguntarle directamente el concepto de una palabra en japonés y no divagar o adivinarla con descripciones vagas como ocurría con el rubio.
Aún así disfrutaba con ambos métodos de aprendizaje.
Cuando Eiji entró a la habitación, el equipo de baloncesto nacional estaba presente. Le harían una entrevista al entrenador y algunos jugadores y luego tomarían una fotografía grupal. No era un proyecto complicado, y las Olimpiadas se celebrarán en Japón curiosamente.
Habrá otras entrevistas con los atletas pero será con confirmación previa. La razón de que algunos se hallaban en Estados Unidos era por invitación para entrenar en un campus o jugar un partido amistoso.
Para Eiji, todo aquello le traía amargos recuerdos. Muchos ayeres atrás fue un deportista también, y asistió a esos eventos.
Era algo doloroso ver a los atletas como se pavonean de sus glorias y sus brillantes expectativas. Esa exuberante autoconfianza Eiji ya no la tenía, se evaporó cuando su vida cayó en picada por ese alfa, incluso, si lo ponía en retrospectiva, ya estaba frágil cuando su padre comenzó a abusar del alcohol, ocasionando que la convivencia en casa se tornara en un infierno.
De repente, un vibrar en el bolsillo del pantalón lo trajo de vuelta a la realidad. Sacó su móvil y no pudo evitar ponerse contento al ver que Ash le había respondido su mensaje.
El alfa rubio ha estado en exámenes durante casi toda la semana e, increíblemente, ha estudiado para obtener una buena nota porque hay un docente que es más listo que él. Más que angustiarse, Ash lo tomó como un reto. Casi no lo ha visto desde entonces, y las veces que lo hace, el pobre le tiembla el ojo del estrés.
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Confía, ama y crece
Fanfiction|COMPLETA| El omega Eiji ocultaba secretos e inconscientemente, el alfa que se hacía llamar por el sobrenombre Ash, los descubrirá de a poco. Créditos a llama_art sobre la portada en twitter: https://twitter.com/llama_art/status/134068945123691315...