Capítulo 22: Nosotros, una promesa de amor

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Las feromonas de Ash se hallaban espesas e inestables, hacía todo lo posible para poder controlarlas dentro del autobús y que predominara el aroma del ramo de flores primaverales en sus manos, esas que a Griffin tanto le gustaban.

—¿Estás bien?

Su mirada se conectó de inmediato con la de su omega, cuyos iris reflejaban un estrellado hermoso.

De alguna manera, han podido caminar por el cementerio sin ninguna novedad. Han pasado casi ocho meses desde que Aiko se fue y la familia de Eiji por fin arribarían a Estados Unidos en dos días luego de un extenuante y burocrático proceso de obtención de visa de trabajo. Básicamente, todo estaba preparado: el apartamento para Junko y su la señora Okumura, el nuevo espacio que encontraron para ellos con Buddy, la cena que se llevaría a cabo con los Lobo para que se conocieran mejor e, incluso, armaron una salida con sus amigos mañana lunes para despejar la mente de su omega luego de todo porvenir y las benditas terapias que se ha sometido.

Sin embargo, había todavía algo pendiente que quería hacer con Eiji antes de que sus vidas se mantuvieran ocupadas nuevamente: visitar a su hermano.

Al final, Ash se ha inspirado y conmovido por lo que ha sucedido entre ellos desde que se conocieron. Si Eiji superaba sus traumas de a poco, al menos él quería intentarlo también.

—Sí —sonrió suavemente y chasqueó sus labios con los de su pareja. —, hoy más que nunca tengo el impulso de ir.

El omega curvó una sonrisa tierna al buscar el brazo de su novio y lo rodeó contra el suyo.

—Entonces, no hagamos a esperar a Griffin-san.

El templado clima y el bamboleo de las ramas de los árboles concibieron la serenidad de sus feromonas y la templanza en sus rostros.

Entonces, los pasos de Ash comenzaron a ser fluctuantes al ubicarse en terreno conocido a la tumba de su hermano; combatió con sus emociones al vislumbrar la lápida y su respiración se entrecortó. Fue así que Eiji se detuvo al estudiar la situación con detrimento.

De repente, ambos se vieron a los ojos. El omega buscó algún rastro de inconformidad y antes de que pudiera decir algo, Ash suspiró.

—No es nada — desocupó una de sus manos del ramo y la entrelazó con la del japonés. —, no quiero acobardarme ahora.

—No lo eres si no quieres seguir...

—No — endureció un poco su mirada. —, extraño a mi hermano... le prometí que lo visitaría. Ese día es hoy.

En eso, Eiji se paró de puntillas y besó la mejilla del alfa.

—De acuerdo.

No obstante, Ash no se movió de inmediato. Al estar inerte sus pensamientos volaron en su mente, ocasionando otra clase de desliz en la impávida voluntad que intentaba proyectar a su novio.

—Quisiera hablarle sobre ti... aunque no responda, quisiera hacerlo — sus ojos emanaron un precioso fulgor al igual que su aroma. —, de la misma manera de cómo lo hiciste cuando estuvimos aquí la última vez.

Eiji sonrió con calidez.

—Me encanta la idea.

Así, el alfa arrugó su rostro en congoja y asintió. Al proseguir su camino, no pudo evitar sentir un nudo en la garganta, quedando su convicción como simples deseos por un instante. Fue cuando leyó la baldosa grabada, sintió su cuerpo desfallecer:

Griffin Callenreese

26 marzo 1992 - 04 de agosto 2016

Confía, ama y creceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora