Capítulo 5: El Estresante Porvenir (parte 1)

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Jessica flexionó sus rodillas y se apoyó con las palmas de sus manos al colchón tras el movimiento rápido del cuerpo de Max, quien la envolvía completamente encima de su espalda. El rostro del beta se ocultó en su nuca, rozando sus labios y suspirando candentemente en su piel de porcelana, depositando suaves besos embriagados por el éxtasis.

Ambos estaban desnudos, solos y sin preocupaciones un domingo por la tarde. Ash ya había comenzado la Universidad y se encontraba estudiando en la Biblioteca Pública de Nueva York (su lugar favorito del mundo) y Michael estaba con él, haciendo su tarea en un ambiente diferente. Seguramente, después del estudio, comerán un helado o visitaran los amigos del alfa.

Momentos como ese se disfrutaban rara vez. Es por eso que, cuando se cercioraron que sus retoños salieron, comenzaron a deshacerse de sus ropas.

—M-Max... — la alfa rodó sus ojos y pestañeó pausadamente al sentir que el pene de su esposo aumentaba de tamaño entre sus nalgas.

Ante los gemidos jadeantes de su mujer, Max, con las yemas de sus dedos, toqueteaban la curvatura de su perfecta cintura, deleitándose de los suspiros y el temblor de su cuerpo.

Entre gruñidos lascivos, Max masajeó los pechos de Jessica, sonriendo con placentero por los jadeos de ella y sus suaves gritos cuando pellizcaba y jalaba sus tiernos pezones rosados.

—Jessica. — pronunció con voz ronca, apretando más las tetas en sus manos.

La mujer quiso suspirar su nombre pero la repentina penetración en su vagina dio un vuelco a sus ideas. Se deleitó por las ofuscadas embestidas y el sonido de fricción que hacía sus cuerpos al ser uno. Por inercia, levantó más su trasero para darle mejor acceso a Max, y éste la aprovechó.

Ahora con un mejor ángulo, Max incorporó su torso y guio a Jessica a acostarse boca a abajo mientras la seguía penetrando sin tapujos. El rechinido de la cama y los gemidos de la alfa comenzaron a volver loco a Max.

Tanto fue su placer que no pasó mucho antes de que se corriera dentro de ella.

Entre respiraciones irregulares, Max se separó de Jessica y se acostaron en la cama para recuperar el aliento.

El sexo rápido calmó mejor la necesidad carnal entre ambos.

—Ash y Michael regresarán pronto... — comentó Jessica con un largo suspiro. Un cosquilleo de entera satisfacción sintió en su interior. Oler los resabios del encuentro lascivo la puso sedienta. Sinceramente ella quería más pero debía de controlar sus instintos para no lastimar a Max.

Entonces, la alfa se dispuso a ponerse de pie para recubrir nuevamente su lechosa piel con ropas hasta que la mano de su esposo la detuvo.

—Quédate así un rato más... —la mirada de Max era atrapante. —. Te aseguro que es muy temprano aún, ¿o acaso ya no quieres una segunda ronda?

Jessica bufó. —¿Quieres que te rompa, verdad?

En eso, Max se relamió sus labios y quedó ensimismado viendo el pecho de su mujer.

—Soy un hombre recio, puedo aguantar todo lo que mi alfa me haga. En especial cuando es durante el sexo rudo...

Ella se rió luego de acostarse nuevamente al lado de Max y ser atrapada en su cintura por sus musculosos brazos. El beta de inmediato entrelazó sus piernas con las delgadas y tersas de Jessica y las separó con una de sus manos, teniendo un mejor acceso hacia los sensibles genitales femeninos. Pudo notar que todavía había una amalgama viscosa dentro de su vagina, tanto de su semen como de su lubricante femenino.

Ese panorama excitó de inmediato a Max.

—Vaya que pareces un adolescente — susurró Jessica ante el temblor de su hombre. —. Ya estás de nuevo caliente y no me has tocado aún...

Confía, ama y creceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora