Capítulo 10: Enfrentando hacia lo desconocido

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El ambiente se calmó media hora después.

En el sofá, se hallaban Max y Michael, quien aún tenía los ojos llorosos mientras que Jessica le servía una taza de chocolate caliente para tranquilizar el alma agitada de su hijo.

Ash continuaba encerrado en su habitación pero las paredes eran delgadas, casi que hechas de papel, así que sí podía escuchar la conversación, al menos si no tenía los audífonos puestos.

—Ash me odia. — musitó Michael, sollozando suavemente.

En eso, el beta frunció su rostro en congoja.

—No —pausó, buscando las palabras apropiadas. —... él solo está molesto... el haber tocado sus cosas estuvo mal.

Gimoteó con más fuerza. —L-Lo siento... no fue mi intención hacerlo... —cubrió su rostro con sus manitas. —. Quería saber quién era el de la fotografía...

Sus padres se vieron al rostro justo después de que Jessica se sentara al lado de su esposo, aún con la taza de chocolate en su mano. Por el silencio que reinó por dicha confesión, el lloriqueo de Michael resonó en todo el apartamento.

—Hijo, creo que es hora que sepas algo. —explicó Jessica, compungida.

El niño alzó su rostro empapado de agua cristalina. —¿Uh?

Nuevamente, Max y Jessica se observaron.

El beta encogió de hombros y cerró fuertemente sus ojos, permitiendo que sus recuerdos encajonados en su mente volvieran a aparecer. En sus recuerdos, era nuevamente un chico de quince años.

—El hombre que viste en la fotografía... fue mi mejor amigo, y hermano de Ash.

El rechinido de una puerta abriéndose lo interrumpió.

—Medio hermano... si van a contar la verdad, háganlo bien.

Los presentes se sorprendieron al ver a Ash saliendo de su habitación. Lucía decaído pero con la suficiente voluntad de acercarse a ellos y hablar. Dio unos pasos y se sentó en el sillón, justo al lado del niño.

—¿M-Medio hermano? — el niño parpadeó, no comprendiendo con exactitud.

Justo en ese momento, su convicción se rajó débilmente, solamente pudo seguir hablando al estar cabizbajo.

—Nacimos de madres distintas, pero teníamos el mismo padre —suspiró. —. Es como si Max tuviera un hijo que no sea de Jessica...

Michael observó a sus padres, incrédulo. Su familia siempre fue muy unida; su inocencia no lo dejaba ver más allá puesto que nunca pensó en esa posibilidad o que si en verdad sucediera en la realidad.

—¿Por qué? — se atrevió a preguntar.

Ash empuñó sus manos. —Porque mi padre es... una mala persona — censuró sus insultos pero no pudo suprimir las feromonas ardientes de enojo que emanó al solo recordarlo. —. Por eso, Griffin me crió... él fue mi única familia... hasta que falleció en un accidente cuando tenía doce años...

—¿F-Familia? — Michael sintió ahogarse en su impresión. —. ¿Entonces...?

—Ash. — Jessica siseó.

Esa advertencia no detuvo al alfa. Todavía sereno, sacó su billetera y le enseñó su identificación. Michael, al leerla, notó que su apellido no era Lobo como él.

—Tus padres son mis tutores legales. No son mis padres, no soy su hijo, no soy tu hermano — no lo vio a los ojos, simplemente se puso de pie y se dispuso a huir nuevamente hacia las profundidades de su habitación. —. Lamento haberte decepcionado.

Confía, ama y creceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora