32| CONCAVO Y CONVEXO

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La chica que viste de mesera y se ruñe hasta la última presa de pollo, sin temor a enmantecarse todos los labios, sigue escuchando las incoherencias de su amigo

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La chica que viste de mesera y se ruñe hasta la última presa de pollo, sin temor a enmantecarse todos los labios, sigue escuchando las incoherencias de su amigo. Las mismas que, según, pasaron hace media hora.

—Y, de verdad, no entiendo qué ocurrió; él estaba ahí, lo juro.

—¿Así como me juraste que estabas trabajando y no en el restaurante? —Sonríe ladina.

—Hacía ambas cosas. —Parece indignado—. ¿En serio tampoco me crees?

—No. —Se ríe abiertamente—. Y cuéntame... ¿quién, aparte de mí, también es inteligente?

El policía blanquea los ojos, choqueado.

—Beli...

—¿La hija del señor de la calva o el verrugoso?

—El de la calva. —La ve con cara de decepción—. Y deberías cambiar ese modo de describir a la gente.

—¿Y por qué? —Se chupa un dedo, luego bebe cerveza—. Las cosas como son. Guapos no están, jóvenes menos, su dinero no me interesa. ¿Qué es lo primero que les vi? La calva y las verrugas.

—¿Por eso me pusiste agente barriga?, ¿lo primero que me notaste fue la panzaaa? —articula incrédulo.

Ella sonríe complacida, afirmándole lo dicho y acabándose de limpiar las manos con la servilleta.

—El caso es que... tengo muy malas amigas. —Decide quejarse.

—Claro que no. Lo que pasa es que el turno doble no te favoreció, ya estás cansado.

Brien bosteza, respaldando la teoría de su mejor amiga. Tal vez sea así, el agotamiento le ha jugado una mala pasada y le hizo creer cosas ilógicas.

—Está bien, puede que ustedes tengan razón. Lo bueno es que en unas horas termino y me iré a dormir.

—Ánimo. —Le impulsa, guiñándole—. Si quieres hacemos fiesta el finde e invitas a tu amiga.

—A ella no le gustan mucho las fiestas. Prefiere hacerlas en su casa, sin música ni luces y con invitados enmascarados...

—Vaya. —Levanta sus cejas interesada—. ¿Y todo esto lo sabes porque...?

—Porque me lo contó, claro está. —Nota la curiosa e insinuante mirada de Mandy—. Qué mal pensada.

—Bueno, perdón. —Con su risita de yo no fui, se excusa—. Es que sabes lo que pienso de tu noviecito. —Se muerde la lengua para no apodarle, todo por respeto a su amigo—. Es que se me hace tan injusto que nunca estés con una chica, ni siquiera para descartar.

—Ex novio —corrige con satisfacción. La joven se le queda viendo sorprendida—. Así es, abejita. Terminamos justo ayer.

—¿Quién tomó la iniciativa?

Amor Sublime © |Libro I| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora