Actualidad.
Llego a mi departamento con ansias de verla y darle un abrazo, pero no está, solo sale nuestro pequeño hijo perruno a saludarme, tiene mucha emoción encima… no para de saltar, ladrar, lamerme y mover su colita con desespero. Acaricio su lomo suavemente mientras le pregunto: ¿En dónde está mami? Me mira con esos ojitos dulces mezclados de felicidad y nobleza, por lo que solo puedo pensar: «No entiendo cómo puede la sociedad decirte raza peligrosa si solo eres puro amor».
Pff... qué buena elección tuvimos al adoptarte, mi lindo pitbull.
Me levanto luego de acicalarle y automáticamente se va a jugar con sus juguetes como un niño. Está en esa etapa de querer devorar todo con sus pequeños dientes —alfileres según Dafne—. Travieso.
En fin… ahora solo me pregunto en dónde estás, amor de mi vida.
Ya te busqué por toda la casa y solo hay rastro de que dejaste todo tan impecable como siempre, lo cual dificulta mucho más mi búsqueda.
Lo bueno es que sí has estado en casa, puesto que hay ropa tuya en nuestra cama y el closet está abierto. También entré al baño y el vapor está saliendo como si te hubieses duchado hace poco. Se nota que tenías prisa, cielo.
Nuestro cuarto se siente tan vacío, pues no tiene sentido si no estás en él durmiendo y/o desfilando para mí en sexys babydoll o lo que sea. Todo te queda tan bien. Y cuando peinas tu hermoso, lacio y largo cabello castaño frente al tocador, lo cual es realmente lindo.
Los pasillos de la casa son silenciosos, pues siempre estás riendo, haciendo pequeños ruidos mientras corres, juegas con Aron, escuchas tus baladas, limpias o cocinas deliciosas cosas para ambos; de hecho, extraño tus exquisitos platos italianos, aquellos que aprendiste a hacer por mí y solo para nuestro disfrute. Tan hermosa tú, siempre concediendo mis deseos como yo los tuyos.
De alguna u otra manera, me fortalece pensar en ella y en todo lo que ha sido nuestra historia. Todo ha sido único, incluso desde antes de comenzar a salir, tuvimos tan buena química desde el principio que parecía de no creer. Al fin encontré lo que buscaba.
Somos un gran equipo y siempre nos ingeniamos para complementarnos, incluso, hasta en los quehaceres de la casa e innovaciones.
Me gusta ayudarle, no porque no pueda hacerse cargo de todo, es una mujer increíblemente capaz; pero no soy el típico hombre que pretende que todos los asuntos caseros los atienda la mujer por el simple hecho de ser quien ingresa el dinero.
Nuestra relación se basa en dar de parte y parte, como también, en siempre estar en un punto intermedio. Pensamos en la comodidad del otro. Puede que no sea un experto cocinando como ella, pero me gusta aprender cosas nuevas para sorprenderla cada día.
En ocasiones, le llevo su desayuno a la cama, le preparo café para el frío o le hago una merienda con su sándwich de atún —que, por cierto, no me queda nada despreciable—; como también, simplemente ella cocina y yo me encargo de limpiar. Así sucesivamente es nuestra rutina y vivencia; nos compensamos de diferentes formas y sin perder los pequeños detalles.
Por otro lado, me vuelvo a centrar en ti. Es muy extraño estar en nuestro hogar sin tu presencia, puesto que siempre estás haciéndome reír con tus locuras y consintiendo mi cabeza con tus hermosas, suaves, frágiles y delicadas manos, las cuales están conformadas con unas uñas largas que, la mayor parte del tiempo, están pintadas de pequeñas decoraciones muy curiosas. Y luego, llenándome de besos con tus perfectos, pálidos y finos labios que siempre pintas de colores muy llamativos. Se te ven increíble, pero siempre quiero desprenderlos con mis besos.
Lo siento por eso, amor, pero... ¿cómo contenerme ante aquellos labios que me encantan y saben a pura miel? Es imposible.
No dejo de pensar en qué sería de mí sin ti, sin tu linda carita con tan espléndidos rasgos como lo son tus grandes y gruesas cejas que parecen pintadas, tus ojitos color marrón, expresivos a más no poder, con una vibra penetrante y con una luz que irradia totalmente tu vida, y podrían haber millones de ojos marrones en el mundo, pero siempre serán solo los tuyos los que me iluminen.
Ahora sigamos con tu bonita y suave nariz, aquella que suelo besar casi siempre antes de llegar a tu boquita de caramelo, como también tus mejillas, que claramente no podrían faltar, son tan cálidas como toda tú y tan rojitas, sobre todo cuando te sonrojas y pones nerviosa, algo que se me dota bastante bien siempre que te beso lento, te tomo de la cintura, te susurro: "Eres mía" al oído y te hago cosquillas. Pero… no me puedo olvidar de algo aún más tierno: tus hermosas y diminutas pecas, que a plena luz del día, se ven como estrellas en cielo nocturno o besitos de ángel. Y, por encima de todo, cabe algo más… algo que, de verdad, siempre me va a cautivar: tu maravillosa, alegre, reluciente e inigualable sonrisa de perlas blancas.
Ni te alcanzas a imaginar lo mucho que extraño tu dulce voz, en especial cuando me dices con carita desconsolada: "Hazme tuya, amorcito" o cosas sucias; también como te ries, porque es como escuchar el más lindo coro de ángeles celestiales. Y, obviamente, también echo de menos tu rico aroma con fragancia de frutas.
Mi nena consentida, eso eres.
Pero aún falta describir una cosa, o más bien una virtud que, a la larga, no sé si sea virtud o bendición. Dios… tu monumental y majestuoso cuerpo que, en verdad, parece esculpido por los mismos dioses. Me vuelve loco.
Es toda una obra de arte, comenzando por tu piel blanca aterciopelada y sutil, esa que me provoca tocar, sentir y contemplar siempre; tampoco me cansaría nunca de recorrerla con mi boca, rincón por rincón, muy lenta y pasivamente.
Toda tu silueta marcada en finas y perfectas curvas que me dejan sin aliento cada que te veo desnuda, ya sea en casa o en el jardín, queriendo provocarme y hacer salir mi lado más salvaje. Lo haces a propósito, lo sé, y lo peor es que no me resisto a eso.
Siempre es igual. Te haces la inocente, la dura, la difícil, pero en el fondo estás ardiendo en deseo y lujuria... quieres que te posea, una y otra vez, de diferentes maneras, hasta llegar al mismo objetivo: quedar extasiados de tanto placer.
Tu cuerpo y el mío se vuelven uno solo, son la combinación perfecta, especialmente cuando tu piel blanca hace contraste con mi piel morena.
Por eso, hacerte el amor siempre será lo que más extrañe de ti, mi niña pecaminosa.
Pero bueno, no creo que hayas ido lejos, mi amada Dafne. Ya verás que, dentro de poco, te podré compensar toda mi ausencia.
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Amor Sublime © |Libro I|
FantasiEsta es una historia que pone a prueba el amor, la lealtad y, sobre todo, la paciencia de nuestro protagonista, Joseph Queen, pues nunca se imaginó tener que soportar el rechazo del amor de su vida a causa de una confusa amnesia. Dafne Bennett, nue...