28| UN ENEMIGO MÁS

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Después de que las llamadas cesan, el patrullero se toma un descanso para pensar

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Después de que las llamadas cesan, el patrullero se toma un descanso para pensar. Necesita ver los pros y los contras de su decisión. Se pone a revisar su galería y en ella reafirma que George es el centro de su mundo. No conoce más que sus enseñanzas y voluntades. ¿Es eso un acierto o una terrible equivocación?

¿Cómo sales de una jaula si no tienes idea de volar?

Brien siempre ha estado en la jaula, por ende, se ha convencido de que está bien no tener libertad. Con ver la cara de su amado ya tiene por sentada su felicidad. No sabe lo que le espera afuera, sin su influencia ni "cariño". Tal vez piensa que no encontrará lo mismo.

Sin la influencia del mismo, él no estaría desempeñando su cargo en la policía. Hasta eso lo maneja el desadaptado de su novio. O eso cree.

Le da vueltas y vueltas al asunto y termina estancándose en el mismo punto: no es nada sin George.

Una gota sobresaliente de su ojo resbala por su mejilla. No se puede sentir más cobarde.

Se van acercando las 2 de la tarde y ni para almorzar tiene ánimos. Se borra la lágrima que marcó su rostro en muestra de resignación y vuelve a recargar aire para aferrar sus manos del volante. Empieza a conducir y, eventualmente, le devuelve la llamada a su dueño a través de un manos libres.

Este le contesta al milisegundo:

—¿Cariño?

—Sí, soy yo. Quería avisarte que ya voy para allá.

—Okay. Ya te mando la ubicación.

—Bueno. Nos vemos.

—Oye...

—¿Qué sucede?

—Te quiero mucho, encanto.

—Yo igual.

El chico revisa la ubicación que le enviaron y se dispone a seguir el mapa. El camino hacia donde lo dirige le parece conocido, tal vez ya habían ido juntos a ese lugar. George siempre es muy dinámico y misterioso con sus actividades, es un hecho que no soporta caer en la monotonía. Brien, por otro lado, le sigue todo.

Después de unos minutos, el policía con semblante amargo llega a su destino. Estaba en lo correcto cuando pensó que conocía el lugar. Es un motel que visitaron hace unos años.

La fachada se ve retocada y algunos detalles han cambiado en aquel establecimiento, pero la esencia del mismo es inconfundible. Jeremy se baja del auto exhausto y entra directo a recepción, donde una recepcionista de voz dulce le hace el ingreso y, posteriormente, llama al huésped de la habitación requerida.

El detective Brown baja casi de inmediato, entusiasmado con su acompañante como si hubieran pasado siglos sin verse. Trae una bata encubridora color borgoña y unas chancletas de dedo. Lo abraza, besando sus dos mejillas en forma de saludo.

Amor Sublime © |Libro I| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora