25| PRISIONEROS

605 358 48
                                    

—Disculpen, es que me quedó una duda

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Disculpen, es que me quedó una duda. —Le atendemos con curiosidad—. ¿Podrías decirme cómo te llamas? —Le menciona a mi novia.

No me da buena espina su pregunta e intento responder antes:

—¡Ella es So...

—Dafne Bennett. Un gusto. —Le extiende su mano para que la bese.

«Dios, no».

Lo que sale de su boca enturbia inmediatamente la mirada compasiva del policía.

—Lo siento mucho... —Coloca las esposas en la mano que le ofreció, dejándola en shock—. Debes acompañarme a la comisaría.

Me lo temía.

—Pero, ¡¿qué diablos?! ¡¿Se ha vuelto loco?! —Su angustia aumenta cuando le toma la segunda mano, unificando el cierre de la retención—. ¡Ya suélteme, yo no he hecho nada!

—Eso lo veremos allá. Por ahora eres la principal sospechosa de múltiples asesinatos en la propiedad del hijo del gobernador. —Hace que se suba a su auto con nada de delicadeza.

—¡Esto es un atropello! ¡Acabo de perder a mi novio y ahora esto! —chilla con todas sus fuerzas antes de que le cierre la puerta—. ¡Seguro te confabulaste con James para secuestrarme, maldito... —Brien la encierra y sube la ventana para no presenciar sus alaridos.

—No tenías que tratarla así. —Empujo su hombro con indignación—. ¿No te creías más caballero? —Lo incito a responderme.

—No me toques, inútil. —Me estruja de vuelta—. Lo soy mucho más que tú; pero, sobre todo, cumplo con mi deber.

—No me digas. Pues tus métodos son un asco. —Lo provoco para que me meta con ella—. Pero, ¿qué se puede esperar de alguien como tú? Un cobarde hasta en sus relaciones interpersonales.

Me da un puñetazo, haciéndome tambalear.

—¡Te ordeno que te calles! —grita enfurecido—. Si que estás bien idiota. Ahora también te irás preso por desacato a la autoridad. —Termina su frase con agrandamiento.

«El idiota eres tú, pero ni siquiera sabrás porqué».

Me río en su cara conforme me quita la libertad con las esposas. Hecho esto, me hace subir con mi chica.

Ella no puede estar más feliz.

—¿¿Otra vez tú?? —reniega, gesticulando fastidio y yo sonrío con más ganas—. Aunque, pensándolo bien, no es mala idea que estés aquí. Tenías que pagar por la muerte de Joseph. —Festeja mi retención.

—¿Sabes en el problema tan grande que me meterías por andar asegurando eso? —reprocho su acusación.

—Es lo que te ganaste —enfatiza su repetición.

Amor Sublime © |Libro I| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora