Capítulo 12: La mélodie de son rire

2.5K 301 376
                                    

Jacque.

Había traído a Alizee, a un lugar muy especial para mí.

Uno que tenía una gran parte de mí, creo que jamás había compartido este lugar con nadie. Lo hice con ella porque siento que lo hermoso de él, se asemeja tanto a ella, que necesitaba que lo conociera.

Tenía meses sin venir aquí, había olvidado lo bien que me hacía sentir. Qué bonita, que la razón de que hoy esté aquí, sea gracias a ella.

Creo que ya no iba a negarlo más. Alizee, me gustaba.

Alizee, me atraía.

Joder, Alizee, me encantaba.

Es que es demasiado inexplicable lo que me hace sentir, es muy inquietante, me siento como un niño chiquito a su alrededor, siento que quiero explorar cada rincón de su alma y corazón.

Hace un rato nos encontrábamos mirándonos de lado, yo fui el que tomó la iniciativa de girarme a verla. Me sorprendí cuando luego ella también lo hizo, esperaba más que todo que se pusiera en pie y se fuera, como solía hacer cada vez que intentaba acercarme un poco.

—Tienes un ojo más claro que el otro, ¿No sabes por qué? —rompo el silencio.

La luz de la luna que se reflejaba en sus ojos los hacía ver más preciosos de lo normal.

Niega con la cabeza.

—Nací así y realmente nunca acudí a donde el médico de los ojos a que me dijera por qué —responde sin mucho interés.

—¿El médico de los ojos? —digo divertido con media sonrisa.

Asiente.

—Ese que te revisa los ojos y te explica cosas sobre ojos —dice sarcástica—. No recuerdo cómo se le dice —se encoge de hombros—. Supongo que médico de ojos también es válido —agrega.

—Los llaman oftalmólogos —sonrío.

—Gracias, importante dato para mi vida. Ahora quiero ser oftalmóloga. Mañana buscaré donde poder estudiar esa profesión —aparta la mirada.

—¿Por qué todo te lo tomas tan personal? —pregunto más serio.

—¿Tan personal? —repite confusa.

—Sí, tan personal. Puedo decirte verde y tú encuentras la manera de responderme toscamente o a la defensiva, es como si cada cosa que te dijera la tomaras como un ataque.

—Mmm, no lo sé... ¿Se ve así? —pregunta dubitativa.

—Sí.

—¿Y te incómoda?

—Sí —afirmo por segunda vez.

—Que lastima, acostúmbrate o deja de buscarme. Así no lidias con eso —responde secamente.

—¿Ves? Es a lo que me refiero, siempre encuentras la manera de apartarme a un lado —resoplo.

—Te di las soluciones.

—No, esas no son las soluciones. Podrías relajarte un poco y dejar de tomártelo todo como un ataque, porque no lo hago con esa intención.

—¿Entonces con qué intención lo haces? —enarca una ceja y se incorpora.

Yo la imito.

—De ser tú amigo, de conocerte.

Todos aquí sabemos que lo de amigos, no va enserio.

Ahora no.

—No quiero ser tú amiga ni que me conozcas.

Auch, eso dolió.

InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora