Capítulo 08: Glace incassable

75 7 16
                                    

Jacque.

—Ponte a hacer algo Jacque —me regaña papá desde su escritorio.

—No puedo trabajar si no tengo los elementos que te acabo de nombrar hace unos segundos atrás, informándote que me hacen falta —me encojo de hombros—. Tú eres el jefe, tú deberías de encargarte de tener todo lo que tus empleados necesitan para hacer su trabajo —le sonrío.

Rueda los ojos.

—Como tú jefe te doy la orden de que vayas a comprarlos. Ahora.

—Como ordene jefe —levanto la mano en señal militar— Necesito el dinero —menciono inocentemente.

—No soy banco Jacque.

—No eres banco, pero eres el director de esta galería, por lo que debes de suplir las necesidades de tus empleados, o sea, yo —le doy una enorme sonrisa.

Lo hago solo por molestarlo, más porque me tiene trabajando en contra de mi voluntad.

Hoy estaba dispuesto a no venir, tenía mucho sueño. Ayer nos quedamos hasta tarde Gerard, Megan, Diego y yo hablando y poniéndonos al día, y papá estuvo a punto de echarme agua helada si no me levantaba.

—Jacque —me llama mi progenitor.

—¿Sí?

—Jane dijo que Alizee me buscaba antes ¿Podrías ir a ver que necesita por mí?

—No —respondo inmediatamente.

—¿Por qué no? —levanta una ceja.

—Porque no papá, no insistas.

—¿Pasó algo entre los dos?

—No papá, solo... tuvo una actitud tosca conmigo y no me gustó. También creo que no le agrado mucho, no quiero incomodarla —me encojo de hombros.

Mi padre se levanta de su silla y se acerca, pone una mano en mi hombro cuando lo tengo de frente.

—Jacque, sea lo que sea que haya ocurrido, no debes de por qué cohibirte a volver a cruzarte con ella. Son compañeros de trabajo —hace una pausa—. No te lo tomes personal Jacque, ella es así, es... reservada, al igual que tú. La conozco hace más de un mes y no me ha regalado ni si quiera una medio sonrisa una sola vez. Cada persona es diferente, tú no la conoces y no sabes por qué actúa de esa manera, es nueva, está en un lugar al que no está acostumbrada a estar. Se trata de ser empático e intentar comprender a los demás.

—Si papá, sé que tienes razón con lo que dices, pero... —omito contarle que han sido varias las veces que me ha tratado así—. Solo hoy no, quizás luego —le devuelvo el apretón en el hombro.

—Bien, iré yo —me sonríe.

—¿Y lo que me habías mandado a comprar? —pregunto antes de que salga.

—Jacque estaré a unos metros, no saldré de la galería. Cuando sepa que necesita Alizee te traeré tu cheque.

Yo asiento y lo veo salir por la puerta. El lugar de trabajo de Alizee todavía no lo conozco, pero esperaba poder conocerlo pronto. No quise ir cuando papá me lo pidió porque de cierto modo seguía un poco resentido con ella cuando me dio su tosca respuesta al decirle mi nombre. Suspiré pensando en sus ojos. Lo que Diego me dijo la primera vez que habló sobre ellos realmente era cierto. Sus ojos eran especiales y únicos. Aunque no brillaban ni transmitían algún tipo de emoción, te reflejaban un sentimiento exclusivo, no era capaz de definirlo.

Lo más raro, o especial, era que no tenía un ojo marrón y otro verde, sus dos ojos eran cafés, pero uno tenía más oscuridad que el otro. Heterocromía le dicen cuando un ojo tiene un color y el otro uno distinto, pero este caso era diferente y más bonito de admirar.

InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora